Se cayó una muralla en Juan Pinto Durán y se nos vino el mundo abajo. Esperando una autorización municipal para levantar el muro lo más alto posible, nos hemos quedado sin microciclos y sin que las selecciones menores puedan ocupar el recinto para sus prácticas. Mientras tanto, en Japón y Corea del Sur se iniciará un nuevo proceso con algunas ideas muy claras.
La nómina de Rueda ratifica que se busca juventud y altura. El colombiano fue explícito para remarcar que los veteranos consagrados que han dejado a Colo Colo en una histórica posición en Copa Libertadores ya no valen para la Roja, que merecen un homenaje y un galvano. Es razonable, aunque en rigor, si de aquí a la Copa América la generación de recambio no ha hecho méritos, los jubilados que estén a punto deberían tener una nueva oportunidad.
Extraño en esta lista a Óscar Opazo y Ángelo Araos. El primero es pieza clave en los albos, y la excusa de su participación en la Libertadores no salió de su club, sino desde Juan Pinto Durán. El argumento no corrió para Pedro Pablo Hernández, que está en la misma situación. Imagino que Rueda ya conoce el medio y sabe que en Pedrero igual reclamarían por la cesión del "Torta" y Baeza, sus cartas seleccionables, en tan especial momento.
En el ensayo y error, en todo caso, el técnico tiene todo el derecho a experimentar o a repetirse. Desde los arqueros hasta Diego Rubio, que tendrá su oportunidad. Es raro lo de Toselli -que fue a la gira anterior cuando no jugaba y queda afuera ahora, cuando sí lo hace- pero está dentro del rango probatorio. Repiten Albornoz y Orellana, en puestos donde sería aconsejable acentuar la búsqueda.
De toda maneras, "la salud mental y social de la selección aún es frágil", nos informa Rueda. Más frágil que la muralla, lo que es preocupante, teniendo en cuenta el recorrido de los veteranos de este plantel, que siempre se distinguieron precisamente por la fortaleza de sus convicciones. Lo dice a propósito de la disputa de Vidal y Bravo, pero imagino que también por Alexis, que lucha por consolidarse en Inglaterra en un club que le ha resultado ingrato. Más aún que el Arsenal.
Y en esa mirada del colombiano está quizás la principal tarea inmediata. Independientemente de la lesión que ha postergado el reintegro del capitán, hay un oleaje interno que no se aquieta, y el silencio de sus compañeros ante su lesión habla de heridas aún abiertas y de rencillas que en el fútbol siempre se pagan.
Habrá renovación y recambio, sin duda, pero los grandes grupos se forman en torno a los privilegiados. Los últimos destellos de la generación dorada tienen que liderar este camino, al que comienzan a sumarse los más jóvenes, ojalá con legítimas ganas de hacer valer sus derechos. Pero para que todo sea sano, las cicatrices tienen que haber cerrado.