El comentario de pasillo esta semana es que al ministro Gonzalo Blumel le faltó "maldad" para negociar con la oposición el proyecto de aumento del salario mínimo. Se dice que fue ingenuo, que creyó que le cumplirían el acuerdo que había alcanzado en la cámara de diputados y que no calculó que los senadores le harían la "maldad".
También se comenta que el cerebro de esta "maldad" fue el senador socialista Carlos Montes, que oficia como presidente de la cámara alta. Él habría ideado la estrategia de no permitirle al gobierno anotarse un triunfo político subiendo el sueldo mínimo a $300 mil.
Pero convengamos en que aquí no basta con el senador Montes, también faltaron los votos de muchos otros parlamentarios ex Concertación que siempre fueron moderados, dialogantes, querendones, mansos, ingrávidos y gentiles. Como pompas de jabón.
¿Dónde están ahora? ¿Por qué de pronto se pusieron "duros" e intratables? ¿No era, acaso, que los duros serían los muchachos descorbatados, chascones, motudos y calvos del Frente Amplio?
Bueno, pues; quizás eso fue lo que no vio el-bueno-de-Blumel. No se percató de que aquí hubo un cambio de roles: los que iban a jugar el papel de conciliadores, centristas, término medio, decidieron ponerse duros para ocupar completas las grandes alamedas de la oposición... Para evitar que el Frente Amplio los adelantara por la izquierda.
¡Brillante! La ex Concertación/ex Nueva Mayoría quiere arrinconar, esconder, mandar a un segundo plano al Frente Amplio, como si fueran los cenicientos de esta historia.
Es la venganza de la ex Concertación. Durante años el Frente Amplio humilló a sus dirigentes, tratándolos de tibios, blandengues, gallinitas, co-co-ro-có, pusilánimes. Les dijo que su famosa "política de los acuerdos" de los 90 era muestra de debilidad y cobardía. Y les hizo creer que su hora ya había pasado, porque ahora era el momento de los jovencitos, de los de verdad, los que no le tenían miedo a nada. De los duros como peñasco. Y aunque perdieron la elección presidencial con Beatriz Sánchez, vendieron el resultado como un triunfo, y juraron que harían valer su poderosa nueva bancada parlamentaria.
Pero qué creen. Los veteranos están de vuelta. Repotenciados, enchulados, recauchados. Entraron la guata y sacaron pecho. Decidieron salir a recuperar su lugar en la política. Porque, al final, el gran duelo dentro de la oposición es cuál de los dos grupos llegará con ventaja a la próxima elección: la ex Nueva Mayoría o el Frente Amplio.
¿Y qué puede hacer el-bueno-de-Blumel para no salir trasquilado en este escenario?
Obviamente, ponerse malo. Y negociar con el Frente Amplio, pues. Hay algunos con mucha más "maldad política" que ya comprendieron de qué se trata este juego. ¿O no se han dado cuenta de lo amigotes que están Joaquín Lavín y Jorge Sharp, el alcalde estrella del Frente Amplio?
¿No se habían percatado? Es que entonces a ustedes también les falta maldad. Tienen que ver más películas de vaqueros. O El Padrino. Ahí está todo.