Hace ya seis décadas, Hitchcock inició Vértigo con el extraño primerísimo plano de una boca femenina que luego se desplaza hacia un ojo de la misma cara. Puede pensarse que en El amante doble el primerísimo plano de una vagina, sobre la cual se sobreimprime un ojo femenino, es una actualización de ese comienzo legendario. Pero, ¡vaya actualización!
Sin embargo, no es descaminado: ambas son historias de dobles, en el entendido de que Hitchcock es el pionero en esta línea de motivos. Y François Ozon, cinéfilo educado, no ignora esto (muy luego incrusta también un plano de una escalera en espiral, otro estilema hitchcockiano), como tampoco ignora que los dobles son patrimonio del cine moderno, desde Cronenberg hasta Shyamalan, desde De Palma hasta Polanski. Trabaja, pues, sobre un camino recorrido.
La vagina y el ojo son de Chloé Fortin (Marine Vacth), una exmodelo de 25 años que cree que sus dolores de vientre pueden ser de origen mental, por lo que consulta al psiquiatra Paul Meyer (Jérémie Renier). Las conversaciones, a menudo en días lluviosos, derivan en lo que la terapia prohíbe: el encantamiento del médico con la paciente. El tratamiento se suspende por la vía más ejecutiva: se van a vivir juntos.
Si la paciente fuera el espectador, notaría que el exceso de espejos en estas primeras secuencias sugiere por sí mismo algo extraño. Pero esta película supone pasar sobre esos detalles insidiosos y seguir a Chloé, que muy pronto está insatisfecha con su vida de pareja y confundida respecto de su conviviente. Hasta que un día ve a un hombre muy parecido en la calle, y no le cuesta averiguar que es otro psiquiatra, Paul Delord, hermano gemelo del anterior, lado oscuro, brutalmente sexual, llamado de la selva.
Saltan aquí, como resortes, la película canónica de Cronenberg, Mortalmente parecidos, y también una pequeña sugerente cinta de Tim Hunter, Juego doble, esta última basada en la misma novela de Joyce Carol Oates, que tratan exactamente la misma idea: la mujer seducida por dos médicos gemelos (o uno solo, dividido, contradictorio), que forman dos caras del tratamiento de la sexualidad. Es un tema de palabras mayores, en el que cuesta imaginar a alguien superior a Cronenberg, discípulo personalísimo y también modernización radical de Hitchcock.
Ozon, que tiene cierta audacia con los remakes y los refritos, se atreve no a desafiar, sino a darles una vuelta de tuerca a temas trajinados, muchas veces ya llevados a sus máximas alturas. Hitchcock tenía por regla no meterse con los clásicos. La de Ozon parece ser la regla contraria. Los primeros 40 minutos de El amante doble son un alarde de destreza para iniciar y elevar la tensión. El problema es que el metraje dura 107 minutos.
L'amant doubleDirección:
François Ozon.
Con: Marine Vacth, Jérémie Renier, Jacqueline Bisset, Myriam Boyer, Fanny Sage, Dominique Reymond.
107 minutos.