Me gusta más la Universidad Católica del segundo semestre, aunque en la suma de puntos lo del arranque del torneo le sirva para seguir siendo el exclusivo líder. Es verdad que no entusiasma demasiado ni es un equipo arrollador, pero creo que ya ha demostrado con creces una cierta regularidad que adorna, ahora, con la contundencia de Sáez, lo que le permite, de paso, tener más confianza en sus potencialidades ofensivas.
Sigo sin comprender la excesiva tendencia de Beñat San José a mover el equipo, porque esos cambios ya no se producen en función del rival, de la búsqueda de una mecánica diferente o de correcciones específicas. Son tantas y tan variadas, que a estas alturas no influyen, porque el rendimiento siempre ronda por lo mismo.
Si no fuera por la exagerada tendencia paranoica, podríamos decir que esta ha sido una temporada tranquila para los de San Carlos, amparada en la irregularidad de sus rivales inmediatos y de las heridas autoinfligidas por Colo Colo y la Universidad de Chile.
Insistir en el relato persecutorio ha sido el factor más sorprendente del español, que ha visto fuerzas movilizadas permanentemente para perjudicar a su equipo. De la crítica, de las autoridades, de los arbitrajes o de cualquier factor que le facilitara una tesis que, como suele ocurrir en el fútbol y sobre todo en la precordillera, encontrará eco en la dirigencia y la hinchada más fanática, que en algunos casos suelen ser la misma cosa.
Los tres puntos de luz que tomó en la tabla tras el sacrificado pero merecido triunfo ante Curicó ratifica a la UC como el gran favorito al título, toda vez que la apuesta por el "Sacha" fue un pleno, que resolvió de una vez la falta de contundencia que había mostrado en la primera rueda. Si olvidaran la sentencia que condenó a Munder a ser el sexto extranjero de la escuadra, las posibilidades aumentarían, pero el cubano solo aparece cuando las circunstancias se lo permiten, y no por absoluta convicción técnica.
Seguir insistiendo en la falta de brillo de su estilo no solo suena injusto, sino que impropio de una realidad donde, objetivamente, no hay contraparte. Ninguno de sus rivales ha estado ni cerca del funcionamiento, la efectividad o la mera suma de puntos de los cruzados, por lo que el parámetro se vuelve impreciso. En otras palabras, no hay comparativo aceptable. ¿Es peor que el Colo Colo de Guede? ¿Que la U de Hoyos? ¿Que los últimos campeones del fútbol chileno?
El mejor equipo chileno que he visto en el último año es el Temuco de la Sudamericana, pero el paralelo local del mismo plantel es bastante discreto. Y el dosificado Colo Colo que se prepara para la revancha frente a Corinthians podría deslumbrar en la revancha, pero es muy injusto el comparativo, porque lo de los cruzados ya es una tendencia de 20 fechas donde hay una sola derrota. Y con eso, por ahora, basta.
Aunque uno siempre aspire -legítimamente, supongo- a algo más.