Colo Colo perdió frente a Temuco y se alejó de los líderes del torneo. Lo que es peor, lo hizo jugando mal, siendo superado con claridad en el segundo tiempo y, además, dejando la sensación, entre sus propios jugadores, de que se podía hacer más y no se pudo por decisiones técnicas.
Como ya es un clásico en las últimas administraciones técnicas, en la antesala de la Copa Libertadores se reservaron y dosificaron jugadores y fuerzas, lo que siempre ha tenido desastrosos resultados a nivel local. Le pasó al "Coto" Sierra y a Pablo Guede, que finalmente quedaron entrampados en su temor reverencial al desgaste físico, lo que nos lleva a una certeza: en el cuadro albo todos están convencidos de que el mínimo esfuerzo los va a reventar.
De otra manera no se explica esa nociva tendencia a dosificar, aunque este haya sido el tercer partido que juegan después de un largo receso y una preparación especial para el torneo internacional. No es el desgaste de la competencia lo que asfixia a los entrenadores del Cacique, sino la evidente veteranía del plantel; una opción voluntaria que los ha marcado a fuego en los últimos años.
Esa debería ser la principal decisión de Marcelo Espina pensando en el futuro. Si seguir apostando por veteranos consagrados, probados y calados, o recurrir a jóvenes que requieren un tiempo de aclimatación y espera. La decisión no es menor, porque dentro de sus primeras labores estará el estudio de la renovación de Gonzalo Fierro y Agustín Orión.
En lo concreto, las culpas de Héctor Tapia al reservar titulares y "cuidar" a otros (lo de Valdivia fue demasiado evidente) ya son repetidas, pero agravadas por una contradicción: el entrenador apostó a jugar con una formación que proyectaba en el plano local el trascendente duelo ante Corinthians. Puso a tres volantes defensivos y el conjunto no funcionó hasta que lo modificó en las dos primeras victorias. Pero cuando se olvidó de la táctica a utilizar contra los brasileños y puso una escuadra alternativa, no solo perdió, sino que siguió sin mostrar un padrón táctico claro.
Así, con todas las fichas puestas en la Libertadores y anunciando a los gritos la veteranía de su grupo con la "dosificación", Marcelo Espina debería poner orden en torno a fijar las prioridades de la institución y los métodos para lograrlas. Temuco -que también juega en el plano internacional- jugó mejor, entendiendo que mantener la categoría es una meta prioritaria, pero no exclusiva.
Más les vale mostrar a los albos lo mejor de su repertorio por la Copa. Física, táctica y futbolísticamente. Porque el sacrificio realizado en La Araucanía no habrá -otra vez- tenido sentido si no demuestran su utilidad.