En las dos nominaciones de jueces para la Corte Suprema y para el Tribunal Constitucional se ha descalificado a los profesores designados por el Senado y el Presidente de la República, tachándolos de "ultraconservadores". Es lo que se ha dicho tanto de Ángela Vivanco, nueva ministra de la Corte Suprema, como de Miguel Ángel Fernández, nuevo ministro del Tribunal Constitucional. ¿Y cuál es el fundamento de esta etiqueta pretendidamente infamante? Solo que alegaron ante el Tribunal Constitucional que el proyecto de ley de aborto no respetaba la vida del que está por nacer.
O sea que, para ciertos representantes del progresismo de izquierda, defender la vida humana desde la concepción solo es compatible con un extremismo fundamentalista que excede lo tolerable. Esta actitud revela un sectarismo impropio de una sociedad que se precia de diversa y pluralista. ¿Acaso una personalidad internacional como Tabaré Vázquez, que vetó una ley de aborto en Uruguay, merece el calificativo de "ultraconservador"? Entre nosotros, ¿habrá que dirigir el mismo "improperio" al senador Felipe Kast y al ex presidente del Consejo de Observadores del proceso constituyente y eximio constitucionalista Patricio Zapata, ya que también se manifestaron en contra del proyecto?
Además, los profesores Vivanco y Fernández actuaron como abogados, esto es, como representantes de los parlamentarios que firmaron el requerimiento ante el Tribunal Constitucional. Lo mismo que hizo el eminente jurista, el profesor Alfredo Etcheberry, que, por encargo del Gobierno, defendió la constitucionalidad del proyecto. Sería injusto y erróneo calificar de "abortista" a don Alfredo por esta gestión profesional. Del mismo modo lo es tachar de "ultristas antimujer" a sus contradictores en esa causa.
Por lo demás, como bien se sabe, la ley que despenaliza el aborto en tres causales fue aprobada por mayorías estrechas. En el mismo Tribunal Constitucional hubo cuatro ministros que estuvieron por declarar inconstitucional el proyecto de ley, contra seis que dictaminaron lo contrario, y, más aún, hubo empate a cinco votos sobre la cuestión de si el ser humano en gestación tiene la calidad de persona. La encuesta Cadem señala que incluso después de toda la campaña mediática a favor del aborto, hay aproximadamente un 30% de ciudadanos que la rechazan. ¿Todos ellos serán "ultraconservadores"?
Más allá de las posiciones sobre la forma en que se protege a la criatura concebida, Vivanco y Fernández tienen una calificación profesional y académica sobresaliente, y poseen títulos y posgrados de excelencia. Ambos profesores cuentan también con una variada gama de publicaciones científicas. El "Curso de derecho constitucional" de Ángela Vivanco es una obra apreciada por alumnos y docentes; su defensa de la libertad de prensa, desde su memoria de prueba, ha sido notable. Por su parte, Miguel Ángel Fernández ha destacado en múltiples temáticas, como el derecho a la igualdad ante la ley, el debido proceso y las cuestiones constitucionales de la nueva justicia penal.
No hay duda de que las concepciones ideológicas y morales influyen en la interpretación y aplicación de las normas jurídicas. Pero, en nuestro medio, es igualmente claro que los jueces y ministros con tendencia al "activismo judicial" y que menos deferencia tienen con las decisiones del legislador no son aquellos motejados como "conservadores". Estos últimos, a diferencia de los llamados jueces "progresistas", no tienen pretensiones de transformar el derecho y la sociedad con sus decisiones, y poseen una comprensión más acotada del rol de los tribunales en un régimen político con división de poderes.
Los dos académicos nominados han declarado que aplicarán el derecho tal como ha sido aprobado, prescindiendo de sus opiniones o preferencias personales sobre cómo debería ser ese derecho. No vemos por qué no habría que creerles. Lo más probable es que sean especialmente cuidadosos en este empeño, para disgusto de los verdaderos ultraconservadores.