El escritor argentino Germán Maggiori (1971) publicó esta novela a sus 30 años, justo cuando se abatía sobre su país la gravísima crisis política y económica que todavía lastra el desarrollo de Argentina. Pudo perderse entonces entre el corralito y el peso gigante de la deuda; en lugar de ello, se convirtió en lo que se suele llamar una "novela de culto", que se recomienda y se lee sin cesar. Es interesante el fenómeno, porque la Buenos Aires que retrata Maggiori no tiene nada que ver con esa ciudad cuya oferta cultural y gastronómica debe ser la mejor de América Latina. Al contrario, lo que se ve acá es una urbe patibularia y desbocada, con policías formados en los años de plomo y habituados a prácticas formalmente repudiadas, con una corrupción rampante, una escalada de violencia que raya en la parodia y, sobre todo, personajes muy dañados, que desafían constantemente la capacidad del lector para empatizar con ellos.
La trama es policial. La novela se abre con una sucesión de muertes -una prostituta y dos travestis- y el intento de personajes poderosos por borrar toda huella de los hechos. De ahí en más, el lector conoce al Loco Almada, un policía que recita normas del Código Penal para acallar el impulso de salir a matar a todos; al Mostro Garmendia, su compañero, entrenado para torturar, con media cara quemada y adicto a todo lo que se pueda nombrar; y a otros personajes, jóvenes perdedores, maleantes despiadados, un vagabundo que enloqueció y siembra sabiduría en papeles acumulados entre la mugre que lo rodea. En todos ellos -y en la historia que van entretejiendo- hay un punto de desmesura que trastoca toda intuición de normalidad. Aun así, la novela se sostiene perfectamente, en buena medida gracias a una estructura compleja que alterna un narrador omnisciente con las voces en primera persona de los miembros del Club del Fernet, que se ven envueltos en la trama por los habituales juegos del azar, que no siempre son bienvenidos. Hay otro elemento tan provocador como desconcertante, y es la extrema incorrección política de un narrador que no intenta suavizar ni explicar los dichos, pensamientos y acciones de personajes desquiciados. No es posible escribir hoy una novela así. Y quizá por eso, por la brutalidad con que Maggiori expone ese mundo de políticos y jueces corruptos, de policías homofóbicos y misóginos, de jóvenes atrapados en el hastío y la ausencia de horizontes, es que ha mantenido su vigencia y se da a conocer ahora en otros países latinoamericanos.
Germán Maggiori.
Estruendomudo, Santiago y Lima, 2018.
342 páginas.