¿Dónde están los parroquianos, los feligreses y los fieles?
¿Dónde los que le conferían un don divino y celestial?
La corte y los besamanos, seguidores, fanáticos, devotos: ¿dónde están?
Messi está triste.
A la hora del himno y frente a Croacia, se lleva la mano al rostro y le pesa la misión que ha encabezado tantas veces: la selección de su país.
La siguiente imagen es el brazo de un hincha que como tantos, como miles, lo tiene tatuado en su piel de argentino.
Con Messi no hay elogio, alabanza y ditirambo que basten.
Es excepcional y capaz de hacer una creación -algo original y nunca visto- dentro de millones de partidos parecidos y similares. Su gloria en Barcelona la ha presenciado el mundo, porque el espectáculo es global y permanente. Repetido, cámara lenta, primer plano, distintos ángulos, a ras de tierra o desde el aire. El fútbol está bajo el ojo de Dios.
Pero Messi está triste y su fe no es tan segura, se dirá, analizará y concluirá, porque su equipo perdió por 3 a 0.
Hay detalles: nunca disparó al arco rival.
Hay tiros de cámara que delatan su angustia.
Hay epílogos: terminó en su área, tratando inútilmente de desbaratar la jugada y tercer gol de los croatas.
¿Qué tiene Messi, aparte de su genialidad inevitable e imborrable?
Que aguanta con serenidad las peores patadas y golpes, y sale adelante e irrompible.
Que no protesta ni finge ni se indigna en vano.
Mantiene la lealtad con el juego, con el árbitro y frente a los rivales nunca una mofa, un desprecio o una burla.
Messi es mejor que los demás, sin duda alguna, pero se comporta como uno más, y eso, en un genio del fútbol merece admiración y respeto.
La conclusión es que Messi, dentro de la cancha, es una buena persona.
¿Creerán lo mismo si falla un penal y pierde certeza, o si Argentina no clasifica y todo se va al carajo?
¿Pensarán lo mismo si lo ven normal, rotando con el resto y sin rayo mágico en la pierna izquierda, ni correr como saeta y sin pases geométricos?
La respuesta es evidente: no.
Dirán que es incapaz de guiarlos y hacerlos felices, porque no les da lo que quieren ni les ofrece báculo y copa.
Incluso sospechan que es un reyezuelo que coloca amigos, instala formaciones y sus caprichos son órdenes dentro de la selección.
Hasta piensan que no es de fiar y es una mala persona. ¿Razones? Carácter misterioso, personalidad triple, sangre fría de rana y de repente se esfuma.
¿Será tan brutal, cruel y binario el reino del fútbol, tan injusto y olvidadizo?
¿Se le puede dar vuelta la espalda y acusarlo, inventar y crear las condiciones para un juicio final, porque el hombre que antes era único, ahora es un caso raro y extraño?
En fin: ¿cuántos genios se han quemado en la hoguera?
Messi está triste.