La semana pasada se cumplieron 65 años del primer ascenso exitoso al Everest. El 29 de mayo de 1953, el montañista neozelandés Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay hicieron cumbre, e instantáneamente se transformaron en héroes internacionales. Luego de su hazaña recorrieron el mundo dando charlas, firmando autógrafos, y conociendo a los grandes líderes políticos del momento.
Con el paso de los años, un cúmulo de eximios deportistas han logrado conquistar este macizo de rocas, hielos y nieve.
En mayo de 1992, cuatro montañistas chilenos, en dos expediciones diferentes, vencieron innumerables obstáculos y llegaron a la cima casi simultáneamente. Fueron los primeros sudamericanos en hacerlo. Este fue, sin duda, un hito del deporte nacional. Los nombres de Cristián García Huidobro, Rodrigo Jordán, Mauricio Purto y Juan Sebastián Montes quedaron inscritos en nuestra historia deportiva.
El que Rodrigo Jordán y Mauricio Purto-los líderes de estas expediciones- se hubieran detestado por años, se transformó en una leyenda nacional. Incluso, se llegó a decir que habrían intercambiado golpes en el lugar más alto del mundo, rumor que ambos han desmentido.
Desde entonces, cerca de una quincena de chilenos han logrado conquistar a este gigante. Toda una hazaña.
Pero, lo que casi nadie sabe es que hay un vínculo estrecho entre la primera expedición exitosa -aquella de mayo de 1953- y Chile.
Efectivamente, en esa ocasión el "tercer hombre" del esfuerzo por alcanzar la cumbre, la persona que preparó el camino final para los montañistas exitosos -preparó el campamento IX a 300 metros de la cima-, quien los recibió al bajar y les alcanzó un tazón de té humeante (aunque algunas versiones indican que fue sopa), fue un educador que vivió durante años en Chile y formó a un gran número de jóvenes.
Se trata del montañista neozelandés George Lowe, quien llegara a nuestro país en 1963, y que durante una década fuera el rector del emblemático colegio Grange.
Eran tiempos de cambios. A Lowe le tocó dirigir al Grange durante la reforma educacional del Presidente Frei Montalva. Los colegios con programas internacionales -basados en los de Inglaterra, Alemania, Francia, Italia- tuvieron que adecuarse a los requisitos del Ministerio de Educación. El uso extenso del idioma inglés (o el de otros idiomas) tuvo que reducirse, para dar cabida a exigencias de la autoridad.
También fueron años de rebelión y confrontaciones. Por ejemplo, fue en ese entonces cuando se produjo la mítica batalla campal, frente a la heladería Coppelia, entre cadetes de la Escuela Militar y un grupo de jóvenes "hippies". Entre estos últimos se encontraban algunos alumnos y ex alumnos del colegio inglés. También fue en esos años cuando se instauró un programa para hacer el servicio militar durante los dos últimos años de la secundaria, programa en el cual el Grange participó activamente, en conjunto con el Instituto Nacional y el Saint George's.
Durante el tiempo que George Lowe fungió como rector pasaron por el Grange estudiantes como el cantante Eduardo Gatti, el poeta Eric Polhammer, el economista Andrés Velasco, el actual ministro Alberto Espina, Cecilia Magni -la guerrillera trágica-, el ex ministro Jorge Bunster y el abogado constitucionalista Jorge Correa Sutil. Otros ex alumnos destacados, que estudiaron ahí con anterioridad a la llegada del montañista a la rectoría incluyen a los novelistas Carlos Fuentes y José Donoso, a Edgardo Boeninger y al gran intelectual Claudio Véliz.
George Lowe era un hombre alto y fornido, de anchas espaldas. Tenía una sonrisa fácil, y su cabeza era relativamente pequeña en relación con su cuerpo. A quienes lo conocimos bien, lo que más nos sorprendía era que su brazo izquierdo no pudiera extenderse en su totalidad. Nosotros, los alumnos de entonces, nos preguntábamos cómo había escalado la cima más alta del mundo con ese brazo que parecía inservible.
En su magnífico libro del 2013, "The Conquest of Everest", Lowe cuenta que se quebró el brazo de niño, y que todos los intentos por repararlo fracasaron. Durante años los médicos lo quebraban para volver a soldarlo, y al ver que no había quedado bien, repetían la operación. Lo hicieron siete veces. Al final el brazo estaba prácticamente atrofiado, y Lowe llevó a cabo sus múltiples peripecias en las montañas con esa desventaja.
Durante el ascenso al Everest, George Lowe llevó dos cámaras fotográficas y una morrocotuda filmadora colgada a su cuello. Debido a una neumonía súbita del fotógrafo oficial - Tom Stobart -, fue Lowe quien debió actuar como fotógrafo de la expedición, lo que hizo con gran éxito y produjo las fotos más memorables de esa aventura.
Además de su rol como "tercer hombre" en la conquista del Everest, George Lowe jugó un papel fundamental en otra expedición mítica. En 1956-57, un grupo de exploradores del Commonwealth cruzaron la Antártica de lado a lado por primera vez en la historia. Sir Ernest Shackleton había muerto en 1922 en su tercer intento por hacerlo; desde entonces nadie había logrado esa hazaña. En el libro "The Crossing of Antartica" - libro repleto de magníficas fotografías de Lowe-, el periodista del Financial Times Huw Lewis-Jones se refiere al ex rector del Grange como al "héroe olvidado" de estas proezas.