Señor Director:

Se encuentra actualmente en sus últimos trámites en el Congreso la Ley de Fomento a las Artes Escénicas, cuyo objetivo es promover, apoyar y fomentar las artes escénicas en nuestro país, y a los intérpretes, creadores y artistas que participan en ellas. Se crean, además, un Consejo Nacional de las Artes Escénicas, un Fondo Nacional que otorgará recursos económicos a estas actividades, y el Premio a las Artes Escénicas nacionales "Presidente de la República", con ocho galardones para ser entregados cada año a las distintas disciplinas y artistas involucrados en ellas.

Sin embargo, llama poderosamente la atención que en el proyecto de ley antes citado se señala que pertenecen a las artes escénicas el teatro, la danza, el espectáculo circense, los títeres y la narración oral. Pero se omite a la más completa de las artes escénicas, la ópera. Tampoco se hace mención alguna al ballet clásico y a la actividad coral. Simplemente no existen en el texto del proyecto. De esta manera, las representaciones líricas que se efectúan en Santiago, Concepción, Temuco, Talca o Rancagua quedarían excluidas de los beneficios de la nueva ley. Y con ello las decenas de cantantes líricos, bailarines clásicos, escenógrafos y los numerosos artistas que participan en cada espectáculo.

¿Será posible que tantos artistas formados en la Facultad de Artes de la U. de Chile, en la Universidad Católica, en la Escuela Moderna de Música y en tantas otras prestigiosas instituciones formadoras de artistas sean ignorados por el legislador? ¿O alguien puede pensar que la ópera, el ballet clásico o un oratorio escenificado como Carmina Burana no son artes escénicas?

Aún estamos a tiempo de corregir una omisión que afectaría y dañaría de manera grave a una parte importante de los artistas nacionales.

Andrés Rodríguez Pérez