En la ciudad japonesa de Megasaki de "20 años más", un alcalde populista -es decir, un tirano con vestidura democrática-, Kenji Kobayashi, anuncia que se ha descubierto entre los perros una peste que exige retirarlos de la ciudad y confinarlos en la lsla de la Basura, unos kilómetros mar adentro.Para mostrar su determinación, el alcalde ordena que el primer perro expulsado sea el suyo, Spot. Lo que no aclara es que Spot es el perro guardián del niño de 12 años Atari, al que ha adoptado después de que quedara huérfano. Tampoco le dice al pueblo lo que el espectador sabe por el narrador: que el clan Kobayashi lleva siglos persiguiendo a los perros para imponer a los gatos.
Mientras el tirano elimina a la oposición y prepara la "solución final" (el holocausto) para los perros, el niño Atari se las arregla para llegar hasta la isla a buscar a Spot. El panorama ya es trágico en este campo de concentración pararracial: los perros se han contagiado enfermedades, pasan frío y hambre y luchan por la escasa comida. Una pandilla de perros domésticos, buenos y obedientes, a los que se une con reticencia un perro callejero, Chief, convertido por la vida en un duro, decide ayudar en la búsqueda de Spot.
Wes Anderson, uno de los cineastas más idiosincráticos del cine moderno, ha conseguido en Hollywood un estatus que le permite hacer prácticamente lo que quiera, y esta vez ha adoptado la animación de
stop motion para diseñar su alegoría política, su propia "Granja de los animales", con una estética japonesa filtrada por los tópicos occidentales. Mientras toda parte de la imaginería gráfica tiene origen en Japón, los humanizados perros proceden de los arquetipos de la comedia y el cine negro americano.
Como siempre en Anderson, hay en
Isla de perros una acumulación de referencias casi imposible de enumerar: Akira Kurosawa, Nick Park, Seijun Suzuki, Walt Disney, Sam Fuller, Hayao Miyazaki, además de una multitud de fuentes literarias y musicales. Esta fuerte filiación postmodernista se subordina al instinto plástico de Anderson -simetría, equilibrio, frontalidad- que confiere un aire distanciado, irónico y algo gélido a sus historias, usualmente dedicadas a perdedores, resentidos o extraviados, siempre blancos. Quizá las minorías étnicas y el feminismo tendrían cosas más agrias que decir acerca de este cineasta de culto, siempre interesante y provocativo.
Isla de perros es la segunda película en
stop motion de Anderson, después de
El fantástico Mr. Fox. Ambas comparten lo mismo que se siente en todo su cine, animado o no: un aire de imágenes sacadas de algún libro infantil, solo que un poco atrevido. Isla de perros gana en su estridente brillo colorístico, sus divertidas ideas mecánicas y su vibrante despliegue musical. Y también en su declaración implícita: es un cineasta que quiere mucho más a los perros que a los seres humanos (¡y a los gatos!).
Isle of dogs
Dirección: Wes Anderson.
Voces: Bryan Cranston, Edward Norton, Bill Murray, Jeff Goldblum, Greta Gerwig, Scarlett Johansson.
101 minutos.