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Editorial
Sábado 26 de mayo de 2018
Gestión de las áreas verdes
El impacto positivo que tienen parques y plazas en la calidad de vida urbana exige disponer de instrumentos de gestión que involucren no solo a los municipios, sino a otros organismos públicos y a la comunidad.
La densificación y la masificación de las ciudades han convertido a los parques, plazas y zonas de esparcimiento -como los cerros enclavados en el entorno urbano- en lugares de gran valor para la vida de barrio. Su impacto medioambiental, social y económico es reconocido por una ciudadanía que reclama accesibilidad y alta calidad de estos espacios de recreación y encuentro familiar. Lamentablemente, esos espacios públicos suelen adolecer de problemas de conservación, debido a deficiencias en su gestión, según un estudio del Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica.
Si bien el país cuenta con más de 800 parques y casi 30 mil plazas, grandes diferencias se observan en los estándares de mantención, según las diversas comunas. Los municipios de menores recursos muchas veces enfrentan dificultades para mantener las áreas verdes construidas, al carecer de las capacidades financieras y profesionales suficientes. Eso dificulta responder a la necesidad de contar con estos espacios donde más se requieren, por la densidad habitacional que enfrentan sus habitantes.
La creación de una institucionalidad que promueva y genere una activa participación y coordinación de organismos públicos y privados en la gestión, así como de actores de la sociedad civil, es parte de la propuesta académica de la UC, ya que permitiría disponer de recursos alternativos permanentes no solo para la construcción de áreas verdes, sino también para su mantención a lo largo del tiempo. Relevante parece también contar con altos estándares de profesionalización para lograr una adecuada conservación que implique renovación y cuidado de la vegetación.
La experiencia internacional indica que un diseño acorde con el entorno y una planificación pensada para los usuarios permiten una mayor multiplicidad de actividades, elevan la utilización de esas áreas y hacen más funcional el desarrollo habitacional.
El gran impacto positivo que la presencia de parques y plazas tiene en la calidad de vida urbana -al convertirse en espacios de encuentro, recreación y esparcimiento, así como de contacto con la naturaleza- exige disponer de instrumentos de gestión que involucren no solo a los municipios, sino transversalmente a otros organismos públicos, de manera de poder contar con políticas colaborativas permanentes. Ejemplos internacionales que destacan por la relevancia del involucramiento de privados en el financiamiento mediante la modalidad de concesiones, arriendos, donaciones, entre otros, parecen interesantes de evaluar. Asimismo, la participación de juntas de vecinos y de diversos actores de la sociedad civil es vital para que las ciudades cuenten con amplios espacios de áreas verdes bien cuidadas, versátiles en su funcionalidad, iluminadas y seguras, que es lo que reclama la ciudadanía.