Quiso el destino que Esteban Valencia y Héctor Tapia estuvieran al frente de la U y Colo Colo en la semana clave de la Copa Libertadores. Y, además, que ambos llegaran a esa instancia habiendo perdido el precario crédito ganado en jornadas anteriores.
El "Huevo", quien fue incluido de manera entusiasta por Carlos Heller en el listado de postulantes para quedarse con la banca, cayó sin pena ni gloria ante Palestino, evidenciando los mismos problemas del "período bíblico" de Hoyos. Les dio oportunidades a todos los cortados por su antecesor y el orden táctico que le había servido para sobrevivir en los partidos anteriores se desordenó justo antes de la final con Vasco da Gama, que entrega como premio un pasaje a la Sudamericana después del receso.
Valencia -presa del mismo temor que su antecesor- debió hacer ajustes para recuperar a los que "estaban jugando lesionados o con mucha carga", y que de manera inexplicable fueron los únicos que jugaron en aquel miserable partido frente a La Calera. Le correspondió, además, dirigir mientras un festival de aspirantes hacía maromas frente a los emisarios del club y cuando se abrió (desde Azul Azul) el mercado de rumores. Mauricio Isla y Felipe Mora fueron los más notorios, pero es un hecho que habrá un nuevo diseño en la segunda parte del año. Y con otro entrenador, que es lo que querían los referentes.
Distinto es lo de Héctor Tapia, cazado por las propias declaraciones de sus discípulos, que insisten en "tapar bocas" después de cada victoria, por muy pichiruchi que sea. Tras el esperable triunfo ante Bolívar, el pleito ante Atlético Nacional aparece como la final soñada para un plantel que requiere de una épica verdadera para cobrarse revancha con el medio, que parece ser su principal aspiración.
Un triunfo (o un empate con condiciones) los instalarán en la segunda fase de la Libertadores, enmendando el camino fallido que sepultó a Guede. Los seis puntos cosechados por Tapia deben ser firmados en Medellín, donde el resultado amenaza con dejarlos incluso sin Sudamericana, lo que sería un desastre mayor para un grupo que siempre pareció abordable. Pero la derrota ante Unión Española deja en claro que el Cacique se derrumba físicamente en los segundos tiempos, aunque la presencia de los más veteranos siempre haga parecer como que están "manejando el partido".
Nadie duda de que en Pedrero está la mayor cantidad de talento del fútbol chileno, pero es también obvio que solo funciona cuando el ritmo es bajo y las marcas, febles, lo que difícilmente ocurrirá en Colombia, y ese es el principal desafío de este equipo, que deberá hacer su mejor esfuerzo del año, aunque Tapia haya perdido su primer partido y las confianzas hayan mermado.
Es la semana clave, y quiso el destino que dos técnicos chilenos y jóvenes estuvieran al mando para escribir la oda. O el epitafio.