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Cartas
Lunes 21 de mayo de 2018
¿Una visa para discriminar?
Señor Director:
La visa consular de turismo impuesta para las personas de Haití implica una discriminación que no es positiva para ellas ni para sus familiares que están radicados en Chile y tampoco lo es para los chilenos
A quienes están en Haití, les cierra la puerta a la posibilidad de realizar su vida en Chile. Una coacción a su libertad sin justificación.
Los migrantes siguen una ruta correcta para su regularización. Ocupan el cuarto lugar en solicitudes de visa de residencia, el segundo en cuanto a hacerlo con mayor prontitud (fuera de visas Mercosur). Al ser una población joven, cotizan más en Fonasa que las prestaciones que usan. Su tasa de participación en delitos es extremadamente baja. Manejan, muchos de ellos, más de un idioma. Buscan cumplir sus obligaciones con el país, pero Chile les dificulta el camino.
A los haitianos que ya están en Chile, la visa consular les hace muy difícil el sueño de reunirse con sus hijos, madres y padres. Chile declara que la familia es la base de la sociedad. Este daño a las familias nos debiera importar. Además, la visa "humanitaria" de reunificación familiar no asegurará la reunificación sino de solo al 10% del flujo real migratorio. El 90% de los que quieran venir no podrán hacerlo.
Se sostiene que los haitianos son muchos. El Censo muestra que los venezolanos son 83.604 y los haitianos 66.435. A pesar de ello, a Venezuela se le estableció una Visa de Responsabilidad Democrática que facilita su residencia. ¿Acaso Haití no tiene también una crisis democrática profunda? ¿No se puede dar, al menos, el mismo trato? Quizás su color de piel y nuestro prejuicio sobre su pobreza los condenaron a esta diferencia.
El peor y más sigiloso daño, esta visa se lo inflige a la sociedad toda. La visa impuesta nos enseña que es admisible discriminar, hacerle arduo al pobre y al de piel negra ser parte de "un nosotros". Reafirma la mentira del "estamos importando miseria", no permitiéndonos ver que cuando alguien viene a poner todo su corazón, no hay sino riqueza.
Todos somos migrantes, algunos cruzamos fronteras. Somos humanos, una comunidad en dignidad y derechos. La visa consular de turismo a Haití no es una buena política, puesto que nos aleja de esa concepción, base de los derechos humanos y de una sociedad democrática.
Pablo Valenzuela
Director Social
Servicio Jesuita a Migrantes