El panorama actual de estrenos está con una sobrepoblación de superhéroes. Lo sabe Thanos y lo saben los espectadores que, así y todo, no se cansan de hacer filas y pagar entradas para ver a sus paladines favoritos enfrentar amenazas apocalípticas, todo mientras hacen chistes y referencias incesantes a futuros estrenos que se van a tratar de más o menos lo mismo. En este escenario, el malhablado Deadpool puede no ser el héroe que merecemos, pero es sin duda el héroe que necesitamos. Uno que en medio de impresionantes secuencias de acción le habla a la cámara para reírse sin ningún tapujo de los principales estudios/universos/actores/personajes y de todo lo que se le ocurra, al mismo tiempo que, bueno, enfrenta amenazas apocalípticas y hace referencias a futuros estrenos. En esta secuela, lo que nos pareció tan fresco como volátil el 2016, vuelve con una inyección de presupuesto y oficio bastante impresionante, que resulta en una comedia desopilante de acción que tiene mucha mejor comedia y aún mejor acción que su predecesora, y que es un premio para ese espectador comprometido que conoce tanto los vicios como las virtudes del género. La historia no es muy original que digamos (un viajero temporal quiere asesinar a un niño antes de que se transforme en una amenaza para el futuro), pero la ejecución resulta impecable, con un ritmo sin tregua y amplio catálogo de humor para dejar contentas a todas las facciones posibles del espectador actual. Y qué ganas de seguir viendo más de estos personajes (a ti te hablo, Dominó), ojalá con el mismo registro violento y profano, que no llamaremos "adulto" porque en este caso es justamente lo contrario.
"Deadpool 2". EE.UU., 2018. 119 minutos, mayores de 14.