El ministro de Bienes Nacionales ha declarado "inhabitable" la torre Villavicencio, que es parte del conjunto arquitectónico hoy conocido como Centro Cultural Gabriela Mistral o GAM. En dicha torre funcionó el Ministerio de Defensa hasta el año pasado, y luego de su regreso a su sede histórica en la Plaza Bulnes, el gobierno tomó la decisión de darle a la torre una vocación eminentemente ciudadana, en concordancia con el espíritu original del proyecto urbano que data de 1971 y que en parte explica la conversión de la placa en un importante Centro Cultural (que, dicho sea de paso, ha tenido extraordinario éxito de público e impactos positivos en el desarrollo de su entorno). Se habló entonces de la posibilidad de acoger reparticiones públicas vinculadas con la cultura, y finalmente se decidió destinar el edificio a dar espacio a organizaciones de la sociedad civil que han debido existir por años en condiciones precarias.
No es correcto decir que el edificio esté inhabitable, pues de ser así jamás podría haber albergado al Ministerio de Defensa completo hasta casi ayer. La estructura del edificio, que corresponde a una de las torres de la Remodelación San Borja, está en perfectas condiciones. Sí es cierto que el edificio no ha sido mantenido ni actualizado en seguridad y sistemas desde que fuera construido, hace 47 años. Cualquier edificio de uso público debe ser permanentemente cuidado y puesto al día, y esa es la tarea presente con esta torre, tal como lo informara el propio ministerio de Obras Públicas hace un año.
Al decir que el edificio está "inhabitable", se desliza inadvertidamente una sugerencia contraria al interés público, como sería el enajenamiento o la destrucción. Pero este no es cualquier edificio. Desde luego, se trata de un conjunto de "placa y torre" de escala monumental, inserto con audacia en un barrio histórico, diseñado por un conjunto de brillantes arquitectos, diseñadores y artistas y construido en tiempo récord para albergar la conferencia internacional UNCTAD en 1971. Placa y torre fueron la sede del gobierno mientras se restauraba La Moneda bombardeada en 1973. La torre en sí misma tiene valor en cuanto a la composición de sus fachadas con quiebrasoles de acero Cor-Ten fabricado en Chile por la CAP, expresamente para el proyecto.
El Ministerio de Bienes Nacionales es el guardián del patrimonio arquitectónico de propiedad del Estado, y este edificio es parte integral de una de las obras más significativas de la modernidad chilena, no solo por sus atributos arquitectónicos y urbanísticos, sino también por su inmensa carga histórica. El único destino posible para un inmueble de esta relevancia es ser habilitado y puesto en valor para su uso público, para admirarlo y comprenderlo, que es como se enseña a futuras generaciones nuestra historia y nuestra ciudad.