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Cartas
Miércoles 25 de abril de 2018
Responsabilidad escalonada
Señor Director:
Toda responsabilidad personal es también responsabilidad social. ¿Cómo puede un obispo decir que "los abusos (sexuales) son siempre personales"? Todo comportamiento antiético afecta a los demás o a la misma naturaleza.
La crisis que están viviendo la Iglesia Católica y otras instituciones cuestiona el comportamiento ético ciertamente de los involucrados, pero también el de sus presuntos cómplices y encubridores. Aunque en grado diverso. Porque mientras más alto se encuentre una persona en el rango social, o mientras más confianza se haya depositado en ella (por ejemplo, Carabineros), más grave es su falta a la responsabilidad personal-social. Porque su conocimiento del deber y del delito es mayor.
Así como no es lo mismo la mentira de un ebrio analfabeto que la de un profesional o político ante el juez o de un policía en que todos confían, tampoco es lo mismo la irresponsabilidad de encubrir un delito que se le puede achacar a la víctima o a un testigo, que la irresponsabilidad de quien, ostentando el carácter de servidor público o de ser un representante de Dios, oculte un delito, encubra un abuso sexual o desinforme a la máxima jerarquía de la Iglesia.
La responsabilidad, como todo valor, no es un asunto de blanco o negro; es un valor escalonado que admite grados, y que varía según la posición social del responsable. "Corruptio optimi pessima", decían los romanos (la corrupción del mejor es la peor). Por eso, muchos esperan, por el bien del conjunto de la sociedad (caso financiamiento de la política o Carabineros) y de la Iglesia (caso abusos), que se sancione debidamente a cómplices y a encubridores, además de a los hechores, sobre todo si ostentan posiciones de privilegio, que los hubiera obligado -más que a otros- a poner coto a dicho abusos.
Renato Hevia