"Swing", reciente estreno de cine chileno, no dejará gran huella, pero es interesante hablar de ella justamente por lo que intenta y no logra. "Swing" -saquemos el argumento del medio rápidamente- relata la historia de una pareja de profesionales -Dolores (Elisa Zulueta) es periodista en una revista femenina, Gustavo (Héctor Morales) es ingeniero comercial, aunque nunca sepamos en qué trabaja concretamente- que invitan a vivir a otra pareja con ellos: Pedro (Tiago Correa), un publicista devenido en importador de productos que no logra vender, y Camila (Daniela Ramírez), entre modelo y actriz, en crisis porque en los castings ya la encuentran más adecuada para madre que para mina. Ciertos roces se producen con la llegada de la nueva pareja al hogar de Dolores y Gustavo, pero el verdadero problema se aparece -y la cinta lo deja ver de entrada- cuando en una noche de juerga todos se meten con todos.
El gran Blake Edwards ("La fiesta inolvidable", "La mujer 10", "El mujeriego") hubiera hecho un festín con este material. La insatisfacción conyugal, el deseo incombustible, querer tener la vida del otro, el intercambio de roles asignados, todo solía tener una manifestación natural en su mundo de sol, fiestas, alcohol y enredos. Nunca se hubiera detenido a explicitar los sentimientos de sus personajes, porque sus conductas y la acción, casi siempre trepidante, los explicaban de sobra. Era un digno heredero de la comedia clásica. Sus películas solían culminar en un delirio que Edwards cerraba con encanto y gracia, incluso los personajes más abyectos recibían cierta misericordia.
La referencia a Edwards no es arbitraria. Pese a los conflictos que tuvo con los estudios, Edwards hacía un cine con una vocación abiertamente masiva. Sus fracasos y triunfos se juzgaban en la taquilla y no en los festivales. "Swing", dirigida por el debutante Luis Smok, también es un cine de vocación masiva, en la línea de lo que ya ha hecho Nicolás López. Smok incluso ha declarado que su inspiración está en el cine argentino, donde se formó. Todo eso está bien. Pero no basta. El cine de vocación masiva, especialmente cuando es comedia, tiene exigencias difíciles. La prueba está en que, por mucho público que lleve López, sus películas no pasan de intentos más o menos dulzones, limitados, de comedia. "Swing", por su parte, tiene un guion muy básico, con una voz en off innecesaria y problemas serios de definición de programa. ¿El punto es hacer una comedia de enredos, un pequeño drama sobre el quiebre de una pareja, un retrato sexual de cierta clase acomodada (aunque casi sin erotismo)? Tampoco está claro cuál es el estado de la relación de Dolores y Gustavo antes de la llegada de sus amigos. Llevan casados siete años, pero no han tenido hijos. ¿Por qué? Si Dolores pone su trabajo por encima de la maternidad, ¿por qué no han tomado medidas para cuidarse? Raro. Camila, en tanto, no quiere hijos y tiene un elaborado discurso al respecto, sospechosamente elaborado. Con estas tensiones, la cinta podría haberse convertido, bajo una superficie de cruces y malentendidos, en una reflexión respecto a la tensión entre maternidad y autonomía personal. Pero no lo desarrolla ni se hace cargo. Prefiere poner personajes trabados, sin decisión, muy declarativos sobre lo que están sintiendo, culposos, personajes, en fin, en clave de melodrama (lo que no sería un problema si el resto de la cinta no fuera un intento de comedia). La parte propiamente dramatúrgica, que nunca puede despreciarse en el cine, está mostrándose como un factor especialmente crítico en cierto cine chileno. "Swing" es un nuevo ejemplo.
SWING
Dirigida por Luis Smok. Con Tiago Correa, Daniela Ramírez, Héctor Morales y Elisa Zulueta. Chile, 2018..