En Lima están reunidos los presidentes de América. El tema central es la corrupción. Ha tenido efectos devastadores en los gobiernos del continente. En Perú, anfitrión del encuentro, semanas atrás derribó al Presidente Kuczynski. De sus predecesores, Fujimori fue indultado, Humala está preso, Toledo es prófugo, todos por el mismo delito.
Ningún país de América se escapa de la corrupción. Pocos de la internacional desencadenada desde Brasil. Hasta Chile llegaron esquirlas. No sabemos en qué terminó la misión de la Fiscalía Nacional a Brasilia sobre posibles efectos en las campañas presidenciales de Marco Enríquez-Ominami y de Michelle Bachelet. En Brasil, los procesos matrices siguen abiertos.
Brasil debería dar explicaciones en Lima por haber expandido la corrupción en América. Lula, su arquitecto, está preso. En su gobierno se conoció el "mensalao", pagos mensuales a parlamentarios para aprobar las leyes del oficialismo. El entonces Presidente se salvó. No así su jefe de gabinete, José Dirceu, y otros colaboradores que fueron a prisión. A Dirceu lo sucedió en el cargo Dilma Rousseff, más tarde elegida Presidenta, luego destituida por acusaciones formales, pero que tenían de verdadero trasfondo el mismo delito.
Lula fue el artífice de otro esquema corrupto a través de su partido PT, la estatal Petrobras y Odebrecht, Amargo Correa, OAS y una decena de empresas. La alianza permitía al PT influir en Latinoamérica, a Brasil aumentar su presencia en el mundo, y a las empresas, beneficiarse del apoyo oficial en grandes negocios y licitaciones corruptas.
Encarcelado y sometido a varios procesos de corrupción, Lula alega inocencia. La izquierda no lo abandona, incluso políticos chilenos. Estos olvidaron que Lula no nos quería. Reporteros de los diarios de Folha de Sao Paulo y de O Estado de Sao Paulo, en su libro "Los viajes del Presidente", aseguran que en la embajada de Brasil en Tokio, Lula habría dicho: "Chile es una mierda. Nos caga entendiéndose con los americanos". Lo dijo cuando Chile y Estados Unidos acordaron el TLC.
Lo probable es que la Cumbre de las Américas sobre la corrupción poco aporte, salvo retórica.
Al margen de lo que se declare en Lima, el gobierno chileno podría tomar iniciativas, a lo menos, de crear una instancia coordinadora entre la Contraloría, la Fiscalía Nacional y la Unidad de Análisis Financiero y los ministerios de Hacienda y de Justicia, para revisar la institucionalidad que vela por la probidad. En Chile hay mucho que hacer sobre la materia. Recientes escándalos justifican tomar nuevas acciones.
Lo que habrá en esta Cumbre es alivio y nostalgia. El alivio, por la ausencia de Maduro, por la despedida de Raúl Castro y el reemplazo del Presidente Trump por el moderado Pence. La nostalgia de Evo Morales, por los presentes en la anterior Cumbre -en Panamá-: Rafael Correa, Cristina Kirchner y Dilma Rousseff.