Pablo Guede se despachó previo al partido con Delfín dos joyitas que retratan de cuerpo entero su mejor faceta de manipulador, aunque él siempre se congracie de que le gusta hablar sobre los hechos y no las suposiciones.
La primera es el más que dudoso postulado que este jueves deben compartir todos, desde el propio entrenador hasta el último de los asistentes al Monumental, a partir del minuto 1 contra los ecuatorianos: "La paciencia nos llevará al triunfo". El técnico de Colo Colo ha rebuscado el camino para afirmar que Delfín es un equipo tremendamente complicado, que ha mostrado en los dos partidos que ha jugado (1-1 de local con el Bolívar y 0-4 de visita ante Atlético Nacional) un rendimiento de alto nivel y que ha puesto extraordinarias dificultades a los rivales.
Entonces, apelando el sosiego y la tolerancia, como si el fútbol competitivo y el estado de los asistentes a estos espectáculos fueran un rebaño manso, Guede le pide al hincha que no presione, a la prensa que no exija y a sus propios jugadores que no se apuren porque las ganas excesivas, el apremio y la hiperactivación conducen a que no se logre el objetivo. El técnico quiere que la ventaja de jugar en su estadio, con el apoyo de un público multitudinariamente a favor y el lógico favoritismo que le otorga el periodismo, se transforme en una suerte de modo Zen, para que sus jugadores y su estrategia no se vea perjudicada.
La segunda joya de esta verdadera adulteración de la realidad a la que sus palabras intentan conducir, es complementaria al propósito inicial. "Me gustaría decirle a la gente que del minuto 0 al 90 estén todos metidos y que después den su veredicto, si ganamos que nos aplaudan y si perdemos, que nos puteen". Y como bonus track, para proyectar el futuro de Colo Colo en la Copa Libertadores, Guede vuelve a ratificar su condición de estratega: "Si ganamos tenemos cuatro (puntos), si empatamos dos y si perdemos, uno". Como si empatar o perder hoy con Delfín en el Monumental realmente fuera parte de algún plan incluso de contingencia.
No se trata siempre de entrar en el enrevesado juego de Guede. Pero cuando el entrenador del actual campeón chileno, que en comparación con Universidad de Chile tiene un grupo verdaderamente abordable, envuelve el lineamiento táctico de un partido clave en ramplonerías discursivas y charlatanería gruesa, para no enfrentar abiertamente un favoritismo que en cualquier parte del mundo no admite discusión, hay que poner cierta distancia racional y no comprarle el verso. Y, claro, como si no lo supiera, advertirle que el hincha que va a ir hoy al Monumental merece cierto respeto y no un llamado a que sea estoico o una convocatoria a que lo tape a insultos si es que no derrota a un adversario más débil y menos experimentado que el equipo que pacientemente dirige.