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Cartas
Miércoles 28 de marzo de 2018
Aborto y objeción de conciencia
Señor Director:
El nuevo reglamento, publicado por el gobierno del Presidente Sebastián Piñera, sobre la "ley" de aborto en tres casos, me parece un acto que merece mucho respeto e incluso sinceras felicitaciones.
Desde luego, porque constituye un laudable esfuerzo por reconocer en toda su amplitud la objeción de conciencia ante una legislación inicua -aprobada por importantes corifeos y con ciertas complicidades inexplicables- que autoriza a quitar la vida a seres humanos inocentes. Una legislación que contradice la Ley de Dios y que -por lo tanto- carece de legitimidad y no obliga en conciencia a quienes creemos en el Derecho Natural y en la vigencia universal del mandamiento de "no matar", referido a seres inocentes. Es muy oportuno recordarlo en Semana Santa, cuando los cristianos conmemoramos la muerte de Jesús, decretada por un funcionario que reconoció la inocencia del Salvador y, no obstante, consintió en su condena a muerte para complacer a una chusma vociferante que amenazaba su "carrera" política de cortesano del Imperio Romano.
La "objeción de conciencia" es un derecho inalienable, sobre todo cuando se ejercita en defensa de la vida que constituye el primero y el más fundamental de los atributos de la persona humana. Pertenece a las personas y también a las instituciones, cosa que desconocía el texto aprobado en las postrimerías del gobierno de la señora Bachelet. Y de nada vale presentar, como justificación del aborto, un pretendido "derecho de la mujer", ya que los derechos legítimos que posee una persona no pueden justificar acciones que son un atropello y desconocimiento de los que posee otro ser humano, por añadidura inerme e inocente. Rechazar la objeción de conciencia es una actitud tiránica y totalitaria, diametralmente opuesta a la convivencia democrática, tan justamente apreciada. Muy por encima de las leyes humanas está la sacrosanta Ley de Dios.
Cardenal Jorge A. Medina Estévez