Mario Vargas Llosa no solo es uno de los representantes más conspicuos de la literatura hispanoamericana contemporánea, sino un intelectual, es decir, una figura que durante toda su trayectoria ha tomado partido frente a la evolución política de su patria -al extremo de encabezar una candidatura presidencial-, de América Latina, España y, en general, en torno al acontecer mundial. Del mismo modo, en las últimas décadas se ha manifestado como un convencido defensor de la ideas liberales como motor de progreso y civilización de los pueblos. Esta figura de intelectual liberal es interesante para entender su obra literaria, aunque esta parece desenvolverse con cierta independencia y es posible apreciarla y amarla, incluso, sin concordar con su convicciones políticas.
Como lo narra en el prólogo de
La llamada de la tribu , Vargas Llosa empezó su trayectoria intelectual como socialista y terminó como el liberal apasionado del que las páginas de este libro dan cuentan palmariamente. El giro se produce por el choque decepcionante con los "socialismos reales", pero también, y de modo simultáneo, por la seducción que ejercieron sobre él las ideas de algunos grandes pensadores liberales. Este libro contiene un grupo de biografías intelectuales de siete autores que influyeron poderosamente en esa conversión hacia el liberalismo: Adam Smith, José Ortega y Gasset, Friedrich August von Hayek, Karl Popper, Raymond Aron, Isaiah Berlin y Jean-Francois Revel.
La llamada de la tribu es, pues, un título paradójico, porque, al contrario, lo que estos pensadores tienen en común es promover ideas que nos ponen a resguardo de la llamada de la tribu, de la inclinación siempre latente a renunciar a la responsabilidad individual y al ejercicio de la libertad, adhiriendo a una totalidad uniforme, en la cual prima el gregarismo más fuerte, la masa, la visión única y monolítica, el atávico sentido de pertenencia a un grupo.
Las siete biografías son bastante regulares y ceñidas a un mismo modelo, una combinación bastante bien lograda entre la biografía y la exposición del pensamiento de cada autor, por medio de un repaso de sus obras fundamentales, un cuestionamiento acerca de la consistencia mayor o menor entre uno y otro aspecto, vida e ideas. También es un rasgo común a todas ellas el posicionamiento crítico que adopta Vargas Llosa respecto de cada uno de sus maestros, distinto en cada caso, ya que es patente cómo con algunos su filiación es mayor, aunque incluso en esos casos no deja de puntualizar diferencias, avanzar algunos reparos y objeciones.
De las siete biografías, todas encomiásticas pero no complacientes, quizás la más débil sea la referida a José Ortega y Gasset, cuyo pensamiento político aparece desconectado de sus ideas filosóficas esenciales, lo cual transmite una figura mutilada del filósofo hispano. Al contrario, la exposición de la vida y obra de Karl Popper, Isaiah Berlin y Raymond Aron destacan en profundidad y estilo. El lector podrá percibir cómo Vargas Llosa, de manera disciplinada, para los efectos de la escritura de este libro, lee, acaso por primera vez,
La riqueza de la naciones , en cambio, relee
La sociedad abierta y sus enemigos , que declara la principal obra de filosofía política del siglo XX. Por momentos
La llamada de la tribu parece una reconstrucción a posteriori de un itinerario intelectual que pudo ser distinto o bien que, efectivamente, tuvo en estos autores hitos importantes, más bien ciertas obras concretas que el pensamiento global de los mismos.
La llamada de la tribu no es un libro de memorias; es un ensayo llevado a cabo después de un estudio concienzudo de Vargas Llosa realizado actualmente, y es a partir de ese conocimiento logrado ahora que revisita y determina a los pensadores que lo marcaron.
El libro está escrito de manera austera y clara y, por medio de la exposición de las ideas de estos autores y de la distancia que establece en ocasiones entre sus propias ideas y las de pensadores escogidos, el lector puede formarse un figura completa de lo que entiende por liberalismo y por ser liberal el escritor peruano. Es patente cómo Vargas Llosa emplea la biografía intelectual como el género que le permite exponer oblicua pero nítidamente sus convicciones políticas.
La claridad conceptual, la preocupación por la forma lingüística particular a través de la cual se expresan los contenidos del pensamiento y la búsqueda de una conveniente adecuación entre el decir y el pensar es un mérito indudable de esta obra.
Vargas Llosa es un escritor que derrocha lo que los griegos antiguos llamaban "parresía", que puede traducirse como franqueza, coraje en el decir, exponiendo sin eufemismos ni oscuridad ni falsas cautelas sus ideas en el ámbito -la organización social y política- en que, como el mismo lo reconoce, la razón humana posee enormes límites y es imperativo someter sus consideraciones a una permanente crítica, rectificación y reexamen.