El período que transcurre entre que un nuevo gobierno asume el poder y cae en una crisis de popularidad o de letargo se denomina, en política, la "luna de miel".
Es, desde luego, una alegoría de lo que ocurre en la vida real.
En la vida real, la "luna de miel" es ese período en que los recién casados se aíslan de sus familiares, amigos y conocidos para consumar su vínculo.
El término "luna de miel" proviene de antiguos rituales. Con la ayuda de Wikipedia uno aprende que en el siglo XVI las parejas recién casadas que querían tener un varón, bebían miel durante todo el mes lunar siguiente a su boda. En la tradición romana, la madre de la novia dejaba en el dormitorio donde iban a dormir los novios en su noche de bodas una vasija con miel, que se consideraba un vivificante de la fertilidad. En algunos casos, se ampliaba a un mes. La iglesia católica aceptó esta costumbre, ya que la miel era el símbolo del casamiento por tratarse de un alimento incorruptible, que se vuelve mucho más dulce a medida que transcurre el tiempo.
Es decir, una "luna de miel" de verdad debiese durar unas cuatro semanas. Pero yo creo que dura, como en la política, hasta que ocurre la primera crisis o cuando la rutina del día a día se instala en la vida de los novios.
Y las crisis no son otra cosa que la aparición de un acontecimiento o una conducta "matapasiones". Un calzoncillo con elásticos flojos o agujereados puede ser tan "matapasiones" como mostrar desinterés por las conversaciones del cónyuge. O mostrar actitudes dominantes o agresivas. El machismo es "matapasiones"; la indolencia, la falta de empatía, también.
He sabido de "lunas de miel" que duran solo la noche de bodas y otras que duran 50 años.
Pero la política puede ser más difícil. Durante su primer gobierno, Sebastián Piñera vivió una "luna de miel" -que tuvo su momento de mayor pasión con el rescate de los 33 mineros de Atacama- hasta que los movimientos estudiantiles de 2011 lo estropearon todo. Sí, una secuencia de protestas callejeras puede ser "matapasiones".
¿Y cuánto durará ahora la "luna de miel" de Piñera con la ciudadanía?
Las cosas partieron bien. De manera, incluso, "fogosa". La demostración de autoridad del Presidente en la crisis de Carabineros encendió la pasión de la mayoría de los chilenos. Eso fue equivalente a una noche de bodas. Desechar la designación del ex fiscal del caso Caval como notario fue como un paseo por la playa, al día siguiente, ligeros de ropa, tomaditos de la mano. Poner a los niños primero en la fila, en el anuncio de las cinco prioridades, fue casi como una invocación a la fertilidad. La reunión del Presidente y el canciller con sus antecesores, de distintos gobiernos, para preparar la comparecencia ante La Haya, fue como una metáfora de la aceptación cariñosa de la familia política, aunque haya abuelos antipáticos y tías regañonas.
Y como mañana comienzan los alegatos en el juicio con Bolivia, el clima seguirá siendo de unidad y cordialidad. Nada mejor para alargar la "luna de miel".
Pero ojo, que los estropicios ocurren hasta en las mejores familias. Los egos, las envidias, las ansias de figuración, la frivolidad, el mareo de altura, la ansiedad, la falta de empatía y las actitudes dominantes pueden ser, igual que en un matrimonio, extremadamente "matapasiones".