La primera vez que Michelle Bachelet se preparaba para entregarle el poder a Sebastián Piñera, a comienzos de 2010, ocurrió un acontecimiento tan gigantesco, que marcó, inevitablemente, el devenir del gobierno de su sucesor.
Lo adivinan bien: me refiero al terremoto del 27F.
Obviamente, Bachelet no tuvo responsabilidad en ese terrible "legado" (palabra tan de moda en estos días) que le heredó a Piñera, porque se trató de un fenómeno de la naturaleza, pero sí es un hecho que el "ex-próximo" Presidente se vio obligado a modificar su hoja de ruta original para privilegiar la reconstrucción del país.
Pero miren cómo son las cosas. Esta semana, el martes 27 de febrero de 2018, exactamente ocho años después del 27F, en circunstancias similares de traspaso de mando, la aún Presidenta Bachelet hizo uno de los anuncios a mi juicio más sorprendentes de todo su mandato: dijo que antes de entregar el poder enviaría al Congreso un proyecto de nueva Constitución.
Como escribo esta columna la tarde del viernes 2 de marzo de 2018, faltan unas 200 horas para que culmine el gobierno de Michelle Bachelet. Y el proyecto de nueva Constitución firmado por ella aún no entra a trámite legislativo. Por lo tanto, si eso ocurre mañana lunes, no estaremos exagerando cuando digamos que la Mandataria propuso reemplazar la Carta Fundamental de Chile horas antes de dejar el poder. Y si damos crédito a lo que ella misma expresó hace no tantos meses, habrá dado ese histórico paso horas antes de abandonar la carrera política.
Algunos pensarán que se trata de un nuevo 27F. Una especie de 27F institucional. Un intento de "deconstruir", como diría un filósofo, nuestro sistema político. Es decir, desmontar el actual, por fallido, para reemplazarlo por uno nuevo.
Pero claro, como ella ya no estará en el poder -ni en la política, según su propio anuncio-, el encargado de realizar la pega tendría que ser su sucesor, Sebastián Piñera. Así, si la primera vez que este reemplazó en La Moneda a Bachelet tuvo que dedicarse a reconstruir el país, en esta segunda oportunidad le tocará "deconstruir" el sistema jurídico que reglamente el funcionamiento de la nación.
¿Qué lógica tiene mandar a redecorar la casa entera el día antes de venderla? ¿Invertir tres horas en alisarse el pelo para luego tirarse un piquero en el mar? ¿Contratar el mejor plan de tv cable justo después de vender el televisor?
No me cuadra. Bachelet no estará presente para defender su proyecto de nueva Constitución y Sebastián Piñera no tiene obligación -ni ganas, ni necesidad- de tramitárselo en el Congreso. ¿Entonces?
¿Habrá gato encerrado, o será que mi neurona sigue de vacaciones y no logro ver la jugada política que se esconde detrás de esto? ¿Será una genialidad, la plataforma perfecta para lanzar desde ahora la candidatura a la re-re-elección de Bachelet, como han insinuado algunos? ¿O será solo un gustito personal, o una "volada", o un saludo a la bandera, o una luz cegadora, o un disparo de nieve?
Voy a seguir dándole vueltas. Aunque primero tengo que entender qué gato encerrado hay detrás del famoso "eslash, eslash, doble punto, hache te tepé". Porque me informan por interno que eso también era una genialidad política.