Esta película respira una sensibilidad tolerante, culta y cívica.
Y cada cierto tiempo, el director Luca Guadagnino añade un dato cultural de nombres o citas, para una película que parece recién salida de la peluquería, encoloniada y encerada.
En ese reino de maravillas surge el motivo de "Llámame por tu nombre": el despertar sexual de Elio (Timothée Chalamet), sin duda el mejor personaje, porque representa la cavilación y exploración de alguien que aún no se siente preparado, por la más sencilla de las razones: es joven.
Pero la película huye de lo sencillo y prefiere un joven de exposición: retraído, acicalado, fino, culto y con vasta vida interior.
Algo que se explica por la formación familiar, donde su padre (Michael Stuhlbarg) es un investigador de lo grecorromano que es fraterno, comprensivo y eternamente sonriente. Y su madre (Amira Casar) es una traductora que lee en voz alta trozos de "El Heptamerón" de Margarita de Navarra, en una edición alemana, que ella convierte al francés.
Esto ocurre en el norte de Italia en el verano de 1983 y en una espléndida villa del siglo XVII, donde beben jugos naturales exprimidos por la señora Mafalda, cocinera y criada, y en el jardín un sirviente deja las bicicletas a punto y pesca bagres en el río.
Cada verano llega un ayudante que colabora con el profesor y así empieza la película, con el arribo de Oliver (Armie Hammer), que no posee gran vida interior, pero es un gringo de veintitantos y esas son palabras mayores: atlético, deportista, inteligente, decidido y con ganas de comerse el mundo vegetal y animal.
En esas condiciones, la única duda es cuánto se van a demorar Elio y Oliver -¿quince minutos, media hora o una hora?- en hacer lo que no podrían dejar de hacer, porque la película es un dirigible, un embudo y no hay cómo extraviarse.
Entre medio, referencias: el compromiso histórico, Buñuel murió ese año, menciones a Heidegger o Heráclito.
Doña Mafalda, mientras tanto, sigue en la cocina y el alcance no es vano, porque si hay algo en la cuneta de la historia son los personajes femeninos, que están para el horno, la cama o un baile apretado.
Las menos ilustradas aportan guisos y planchado; las ilustradas son compañía silenciosa, y las jóvenes y bonitas están para pasar el rato.
Todas son desechables y su lugar es la cocina, su misión el placer pasajero y su aporte, el de traducir y acompañar al género que decide, piensa, siente e investiga.
El foco de lo políticamente correcto es uno solo: el romance ilustrado y alegre de Elio y Oliver, que es terapéutico, educativo y además, recomendable.
Los hombres la llevan, incluido el padre de Elio, cuyo discurso final está para enmarcarlo. No es necesario hacerlo, pero ahí está el editorial.
¿En qué quedamos?
En que el material de la película, como el de tantos discursos, es una bolsa descompensada, manipulada y plástica.
"Call me by your name". EE.UU., 2017. Director: Luca Guadagnino. Con: Timothée Chalamet, Armie Hammer, Michael Stuhlbarg. 123 min. 14 años.