La última película de Clint Eastwood parece un ejercicio de propaganda militar y turística, donde es muy difícil encontrar alguna imagen que no esté al servicio de ese discurso básico e institucional.
Se inscribe en la última trilogía informal del director, donde los protagonistas son ciudadanos más o menos comunes que se salen de rango y se convierten en héroes.
Historias basadas en hechos reales, pero con episodios escogidos que empiezan y terminan cuando el director lo decide, y de esta forma lo dudoso desaparece y lo inoportuno se esfuma, para que todo sea coherente y encaje.
"Sully: hazaña en el Hudson" (2016), con el capitán que ameriza una nave sobre el río de Nueva York, es la más sólida de la trilogía, quizás porque el protagonista transita por uno de los motivos del mejor cine de Eastwood: vejez, nostalgia y despedida.
En "Francotirador" (2014) el personaje es Chris Kyle, un cowboy de enorme puntería que en la guerra de Irak abatió a dos centenares de enemigos.
En "15:17 Tren a París" son tres amigos de infancia de vacaciones por Europa y a bordo de un tren con destino a París, que como simples turistas se enfrentan con un terrorista armado hasta los dientes, pero con evidente impericia a la hora de cargar las armas.
Eastwood desechó a los actores profesionales y los tres héroes ocasionales se interpretan a sí mismos: Alek Skarlatos, Anthony Sadler y Spencer Stone.
Durante una hora larga de una película corta -94 minutos- lo esencial es la biografía de ese trío que comparten el diagnóstico: niños problema, malos estudiantes, algunos padecen déficit atencional y su destino son los castigos. Y los únicos secundarios neuróticos, feos y amenazantes, además del terrorista, es el plantel de profesores, menos uno: el de historia de EE.UU. que les habla de guerra.
El reordenamiento para dos de esos jóvenes, Skarlatos y Stone, viene con el Ejército y la Fuerza Aérea. Skarlatos aplica sin dificultad y termina armado y aburrido, pero en Afganistán. Stone, al contrario, es eliminado de una sección y luego de otra, hasta que por fin lo aceptan y se conforma. De Sadler no hay datos mayores y es el único civil.
Los tres, entonces, preparan un viaje como mochileros por Europa, para una travesía de guante blanco donde el lenguaje es impecable y no hay sexo ni malas ideas incorporadas.
Las secuencias de Venecia y Roma están filmadas con la obviedad del segundo de a bordo que no se quiere equivocar y encuadra según manual.
Es solo una especulación, pero el responsable de filmar ese tour debería ser el director de la segunda unidad, porque todo en esta película parece un largo aviso institucional y propagandístico de la imagen país, gracias a que ese trío, y un par más, redujeron a un terrorista solitario.
Lo del director de la segunda unidad es una hipótesis antojadiza y abusiva, pero eso es mejor que la realidad, tan desalentadora: una película de Clint Eastwood.
"The 15:17 to Paris". EE.UU., 2018. Director: Clint Eastwood. Con: Alek Skarlatos, Anthony Sadler, Spencer Stone. 94 minutos. T.E +7.