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Cartas
Sábado 27 de enero de 2018
Adolescencia y marihuana
Señor Director:
En nuestro país, la mayoría de edad es a los 18 años, pero aquello no tiene nada que ver con dejar de ser adolescente. En todo el mundo esta etapa del ciclo vital se ha prolongado más allá de los 20 años, y técnicamente se denomina "adolescencia tardía", período en el cual biológicamente la corteza prefrontal es aún inmadura.
Psicológicamente es un punto de cambio decisivo, un tiempo de crisis respecto a la capacidad integrativa de los jóvenes, la cual, de no ser lograda, puede llevar al fracaso de la adaptación a la realidad, convirtiéndose en "eternos adolescentes" que nunca llegan a la adultez, con las consecuencias individuales, familiares, laborales y sociales que ello conlleva.
Según los resultados del último estudio de Senda, el consumo de marihuana en jóvenes de entre 19 y 25 años aumentó de 24% en 2014 a 34% en 2016. ¿Dónde están las autoridades? ¿Los programas de prevención para el consumo de drogas y alcohol? ¿Quién se preocupa de este grupo etario compuesto por trabajadores con escasa capacitación, estudiantes universitarios, técnicos profesionales y jóvenes que no trabajan ni estudian? Sin embargo, hoy prefiero hablar de mi experiencia clínica, en la que adolescentes consumen marihuana para desconectarse de sus afectos, se atrincheran en las sustancias evitando el dolor mental, frustraciones, vacío, desestabilización de la autoestima, angustias... El resultado: la "idealizada trinchera" se transforma en la enfermedad. Lo que utilizan para evitar el sufrimiento mental los termina hundiendo. Se detiene el desarrollo psíquico adolescente; no se incorporan nuevas formas de enfrentar la angustia, las frustraciones y todo lo que la realidad conlleva; no se adquieren ni ejercitan competencias necesarias para la vida adulta. Nos encontramos con adolescentes que no solo consumen en "carretes", sino que lo hacen a diario en sus lugares de estudio, a vista y paciencia del mundo adulto que no establece límites claros.
Invito a los adultos a ejercer su función de contener y potenciar a los jóvenes. Llamo a los docentes, decanos y rectores a hacerse presentes y ejercer sus funciones, ya que en los jóvenes está en juego la prosperidad y desarrollo del país. La actitud de "dejar hacer" es nefasta para el desarrollo mental y, por ende, para toda la sociedad. ¡Por favor, cuidemos a nuestros adolescentes!
Ps. Lilian Hitelman
Asociación Psicoanalítica Chilena