Esta es una película "de guion", esto es, una cinta donde prevalece la estructura escrita, donde cada cosa ocupa un lugar que ha sido literariamente establecido. ¿Cómo se nota esto? De muchas maneras, pero una inicial puede ser la pregunta: ¿por qué o qué sucede está ocurriendo
ahora
?
Veamos. Mildred Hayes (Frances McDormand) ve unos letreros abandonados en un camino interior del pueblo de Ebbing, en el mismo punto donde siete meses atrás ha sido violada y asesinada su hija Angela. Mildred no es una pasajera; vive y ha vivido en Ebbing. Y en estos siete meses ha permanecido allí. Pero lo de los carteles se le ocurre
ahora
, para que la historia comience.
La idea es simple: alquila los carteles y pone en ellos tres frases que denuncian la desidia del jefe de policía, William Willoughby (Woody Harrelson). Naturalmente, esto sacude y divide a la comunidad, entre los que aprecian al sheriff y los que lo detestan. Hay poderosas razones para detestarlo: dirige un cuartel de policías racistas, machistas y clasistas, cuyo cénit es el oficial Dixon (Sam Rockwell), borracho y sospechoso de torturas.
En la forma progresiva y medida en que se nos entregan estos datos vuelve a aparecer la película "de guion", una construcción con hoyos, pero de aspecto coherente. Allí están el
flashback
con Angela viva, el cervatillo que se aparecerá ante Mildred, las cartas leídas en
off
, todo, todo está allí.
Mildred es una mujer especialmente dura, amargada, sin sonrisa, que desafía e insulta sin amilanarse. En realidad, todos los personajes son desagradables, malhablados y de insulto fácil, y algunos solo se distinguen porque, además, son insanablemente estúpidos. Es un mundo de gente desagradable.
Algunos tendrán la oportunidad de reivindicarse, lo que -de nuevo- nos recuerda la poderosa presencia del guion, midiendo el momento adecuado. Otra cosa es que la reivindicación incluya aceptar que su profundo fascismo es solo una manera de ser.
El inglés McDonagh filma bien, a veces hasta el atrevimiento (como en el largo plano continuo donde Dixon agrede al encargado de la agencia de publicidad), genera permanente tensión en sus escenas y obtiene papeles memorables de sus actores favoritos (Harrelson y Rockwell), cosa similar a la que lograba en la atractiva
Escondidos
con sus dos sicarios refugiados en Brujas. A pesar de todo, aquellos despreciables asesinos tenían una mejor oportunidad que todos los personajes de
Tres anuncios para un crimen.
De modo que hay bastante buen hacer, un guion milimétrico y momentos de sorpresa, pero ¡cuánto desprecio por sus personajes, cuánto afán por contrastar la inteligencia de esos sujetos con la del realizador, el guionista, el director, el artista que está detrás de todo! ¡Cuánta superioridad moral, como a menudo en Godard, Kubrick, los Coen, los Kaurismäki! ¡Cuánta vergüenza por la especie humana!
Three billboards outside Ebbing, Missouri.
Dirección: Martin McDonagh.
Con: Frances McDormand, Woody Harrelson, Sam Rockwell, Lucas Hedges.
115 minutos.