¿Qué tendrá el barrio del persa que atrae a los emprendimientos thai? ¿Será un halo asociado a una condición de "comida de calle", más al paso? Quién sabe. Lo cierto es que esto partió con el Lai Thai de Franklin, que luego se desplegó por el resto de Santiago, con mejor y peor suerte (hubo uno ejemplarmente malo en Irarrázaval), hasta llegar a abrir una filial a solo una cuadra del pionero, mucho menos calurosa (gracias, por piedad). Luego está Thai Isan, que partió en un localcito en calle Placer y ahora está en el Barrio Brasil. Hay otro más por ahí, pequeñito y debutante en el sector, pero antes amerita visita Baan Thai, a pasos de El Francés del Barrio, otra de las novedades de la zona.
Antes que nada, la principal observación: comer con calor es desagradable. Y eso se arregla con unos cuantos ventiladores. Fin del tema.
La carta de Baan Thai insiste en los clásicos de esta cocina, lo que no está mal, aunque tiene una clara desviación preferencial en el uso de los camarones en sus recetas. Al punto que hasta el curry massaman, que por su sabor es más apto para las proteínas terrestres, lo sirven con camarones. Lo mismo con las clásicas brochetas del sate, que aquí no las ofrecen con pollo -lo clásico- o vacuno, sino con camarones, de nuevo. O sea, las dos opciones para picar -la otra es el kung tord, probado a continuación- son con estos bichos.
En la variedad está el gusto, señores del Baan Thai.
Entonces, de lo probado. Primero, unos camarones apanados (ofrecidos como "tempura", que no lo son, a $6.200). Muy crujientes, con una salsa agridulce, antes de los fondos. Primero, el curry massaman ($6.200), con papas y tomatitos cherry, sabroso y con cero picante. Una opción que puede ayudar a los de esófago débil. Lo mismo que un arroz salteado con verduras y... camarones, khao pad saparod ($6.400), uno de esos platos que hacen tan felices a los oligofrénicos que fotografían y hacen público todo lo que comen, porque viene servido en una mitad de piña (so fancy). Abundante, llenador, una gloria para el hambriento.
Para acompañar, té frío ($2.600), y no hay postres, con lo bien que les iría con algún heladito que fuera. Los propietarios andan dando vueltas entre las mesas, lo que asegura que esto funciona y que podría hacerlo mejor. Cuentan -adelantan- que planean abrir un vietnamita al lado (ojalá sin camarones). Es de esperar que revisen sus precios (porque la carta viene con una amenaza de "precios de inauguración" versus "precio normal"), ya que se trata de un sitio bien sencillo, aunque la cocina ya de por sí es muy buena. O sea, aquí los problemas no son de la mano, sino más bien de quien la dirige, ojo.
Bío Bío 606, Santiago. 9 6900 7356.