Así como por más de un siglo el cine se nutrió del teatro, a vuelta de mano el excepcional director belga Ivo van Hove (59) encontró en la obra de grandes cineastas una rica vertiente de inspiración. Del casi centenar de montajes que ha hecho en Europa y Nueva York, una docena de ellos son versiones escénicas de películas de Bergman, Visconti, Pasolini o Cassavetes. Siempre renovando la fuerza y vigencia de su idea, e iluminando su sentido con un enfoque diferente, más fresco y actual.
No es un desconocido aquí: En 2014 Santiago a Mil nos regaló su espléndida revisión de "Noche de estreno", el filme de 1977 de John Cassavetes, y el año pasado el ciclo National Theatre Live mostró aquí el registro en Londres de su versión -menos notable pero igual de enorme interés- de "Obsesión", la 'opera prima' de Visconti en 1943.
Este programa doble bergmaniano que el director montó en 2013 con su compañía de Amsterdam, es un extraordinario cruce de dos maestros del cine y el teatro. Incluye -en este orden separadas por una pausa- "Después del ensayo", rodaje para la TV sueca en 1984 de una pieza teatral suya, y el controvertido drama sicológico "Persona", de 1966. Van Hove insinúa que una continúa y complementa la otra, y las liga con un tema común que le interesa: la relación entre teatro y vida, representación y realidad. Recordemos que Bergman, además de cineasta, fue destacado director teatral y dramaturgo.
Como se esperaba, la puesta saca lo mejor del cineasta sueco -la complejidad de sus personajes, y las múltiples resonancias que sugieren sus historias- y evita ese aire solemne y retorcido, y también cierta autocomplacencia intelectual, que tiende a nublar sus guiones hoy. Y se puede decir, como ocurrió con Cassavetes, que supera el original. En especial respecto a "Persona", para algunos otra de sus obras maestras, pero que siempre nos pareció harto pretenciosa y tremebunda en el uso de la imagen y la música, con su recargado cuento de dualidad, transferencia o vampirismo de identidad y pulsión lésbica.
Con atrapante e ineludible intensidad, primero despliega el casual encuentro profesional y erótico tras ensayar, entre un racional y contenido director y su joven actriz protagónica, hija de una ex amante suya ex estrella de la compañía; interrumpido por la evocación de esa actriz en decadencia, ahora neurótica y alcohólica. Momento que se concentra en el mundillo del teatro, la relación de los actores con el pequeño dios que es el director, la idea de que los actores actúan en la vida tanto como en escena y que prefieren la ficción porque es una realidad de reglas prefijadas. La segunda historia trata sobre una famosa actriz que por razones inexplicables colapsa y queda muda en plena función, y el vínculo que entabla con la enfermera que la cuida para sacarla de su encierro interior. Aquí las paredes del espacio cerrado caen y se abren a un mundo onírico o fantasmagórico rodeado de agua, un estado mental alterado de contornos imprecisos, en el cual cuesta determinar qué es verdad y qué ficción. Lo que nos mueve el piso sobre qué es auténtico y qué fingido en el reflejo que queremos dar de nuestro yo profundo a los otros, acerca de si conocemos en realidad nuestra propia naturaleza.
De más está decir que las actuaciones son de excelencia.
Hoy a las 18:00 horas en el Teatro Municipal de Las Condes.