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Cartas
Domingo 31 de diciembre de 2017
PSU, una abstracción
Señor Director:
"El Mercurio", en su editorial del 28 de diciembre, afirmó que la PSU no es culpable de las "brechas por nivel socioeconómico", como tampoco "de las debilidades del proceso educativo previo". Estas afirmaciones merecen algunas reflexiones.
La educación escolar no tiene como finalidad una formación estandarizada que concluye en una prueba final de selección, igual para todos. No puede ser que el proceso educativo termine en una medición que desconoce totalmente las diferencias sociales, económicas, psicológicas y culturales de cada estudiante, sometido a una evaluación genérica, abstracta, despersonalizada, que no distingue nada y a nadie. ¡Cómo no sorprenderse de los enormes contrastes en los resultados de la PSU!
La prueba no distingue entre estudiantes rurales y de la ciudad; entre municipalidades ricas y pobres; entre colegios privados y públicos; entre familias con alto nivel cultural y la mayoría sin ese nivel. La prueba reproduce las desigualdades. ¡Cuántos no obtuvieron el mínimo! ¿Fue por su culpa?
Es imprescindible recuperar el carácter personal del proceso educativo. La enseñanza escolar no puede tener como única finalidad preparar para la PSU. ¿Qué hacer?
En el plazo más breve posible, incorporar los contenidos del primero y segundo año medio y omitir los de tercero y cuarto (como ya lo han sugerido otras personas), y permitir que los estudiantes puedan rendirla a lo menos dos veces al año.
A más largo plazo, ampliar las alternativas de ingreso a la educación superior: entrevista personal, análisis vocacional, seguimiento de la escolaridad (que no es solo rendimiento intelectual), conocimiento de su situación familiar. Se dirá que todo esto es muy costoso. Quizás es saber distribuir bien los recursos porque más que los costos, lo que importa es cada estudiante, que no puede quedar a la deriva por causas que no son de su responsabilidad.
Cuántos que han tenido malos resultados en la PSU se sienten fracasados, muchos colapsados psicológicamente, y sus familias viviendo acongojadas e impotentes frente a un sistema impermeable a los cambios.
Milan Ivelic