Colo Colo es un campeón legítimo. Les ganó a los mejores y a los peores y solo perdió dos partidos. Tuvo algunos jugadores de altísimo nivel (Paredes, Valdivia, Valdés, Orión) y cuando debió prescindir de alguna estrella lo hizo sin perder eficacia.
¿Qué más se le puede pedir a un campeón? Nada. Lo demás ya entra en el terreno de los gustos personales. En lo indiscutible, Colo Colo es el mejor.
El campeonato es otra cosa. ¿Bueno, malo, más o menos? Un calificativo está por sobre todos: emocionante. Mantener la duda hasta el final lo hizo extremadamente atractivo y se metió en las conversaciones de todo el mundo. Nadie pudo excluirse del embrujo del fútbol. Lo emocionante no es una categoría de la calidad del juego, aunque al final incide en las opiniones técnicas.
Uno tiene derecho a pensar que nuestro fútbol de campeonato es veloz e intenso, lo que está influido poderosamente por lo emocional.
Personalmente, no lo creo, como sí lo cree mi querido amigo Enrique Renard, que estima desde Miami que nuestros partidos nada tienen que envidiarles a los que se juegan en las competencias europeas. Es cierto que hemos progresado y ya no tenemos el fútbol lento, cómodo y anunciado de antes, característico pre Bielsa. La dinámica es diferente. Pero no me parece que sea comparable al ritmo europeo, que es permanente y no esporádico (lo que tampoco significa que todos los partidos de esas ligas sean buenos).
A nosotros, aun teniendo a la mano las competencias internacionales, nos parece lo nuestro mejor de lo que es, precisamente por los componentes emotivos. Estamos involucrados en su desarrollo, nos toca a todos, hinchas y no hinchas. En cualquier caso, el torneo tuvo intensidad, especialmente en su segunda parte.
El campeonato, además, tuvo una particularidad que ayudó a mejorar la apreciación de su nivel y se radicó en sus distintos momentos.
¿Momentos? Claro. Hubo uno en que pareció que marcaba un gran nivel Antofagasta, con Nicolás Larcamón en la banca intentando "hacer historia" con los nortinos. También lo tuvo el Everton de "Vitamina" Sánchez, con excelentes partidos. También la U produjo instancias de gran espectáculo, aunque lo suyo fue más por garra que por fútbol.
La mayoría de los equipos tuvo algún momento llamativo. Wanderers no ganó la Copa Chile de casualidad y confirma la irregularidad del campeonato con su paradójica posición al fondo de la tabla de primera división. La Unión Española también pareció invencible al comienzo, y más adelante se desfondó y hoy espera sacar pasajes para la Libertadores.
¿Se fija? Son muchos los que tuvieron instantes de gloria y de derrota, de fama y de olvido. Eso hizo atractivo el torneo. No fue su línea, fueron sus momentos.
Y el mejor fue el campeón, sin que alcance a explicarse la falta de alegría de algunos de los victoriosos. Hasta escuché decir que un dirigente acusó a este columnista de expresiones ofensivas para Colo Colo, lo que es imposible, como se sabe. Qué manera de ensuciar su propia fiesta.
Pero ya vienen las copas. Ahí nos podremos medir.