La reserva de Wind River, por el estado de Wyoming, existe desde 1868 y en el territorio viven las tribus que dominaban las llanuras. Antes de las guerras indias eran los cazadores de bisontes. Ahora son un puñado.
Esta es la historia, entonces, de tribus derrotadas militarmente en otros siglos, y que lentamente y todavía se desguazan, empobrecen y extinguen.
"Viento salvaje" se inicia con una mujer que huye descalza por una nieve silenciosa y esplendorosa. Es una amerindia perseguida que no resiste el frío ni las heridas. La película es la investigación de la muerte de Natalie (Kelsey Asbille): es un femicidio en Wind River.
La segunda película de Taylor Sheridan, el guionista de "Sicario" (2015) y "Nada que perder" (2016), se mantiene fiel a los capítulos del relato policial en un territorio vasto, inhóspito y violento.
Encaja sin pudores las convenciones del género, sobre todo en los personajes: Cory Lambert (Jeremy Renner) es el único empleado de un departamento que controla la fauna del lugar: pumas y lobos, y Jane Banner (Elizabeth Olsen) es una agente del FBI, tan joven como inexperta.
Ambos formarán el dúo que encabeza una pesquisa difícil de seguir, porque al comienzo no hay más que sangre y huellas sobre la nieve.
En los alrededores, dos personajes secundarios: el sheriff Ben (Graham Greene) y Bill (Gil Birmingham), el padre de la asesinada, son los amerindios adultos que padecen la historia y el sino de la reserva indígena.
Es un lugar perdido y olvidado por el resto del país, desechado y encerrado en un patio trasero, donde antes que la civilización llegó la droga, alguna empresa explotadora de recursos naturales y desde luego las armas.
La atmósfera que rodea la historia se deja caer poco a poco y la película filma el profundo desamparo de un lugar donde lo que reina son los vaqueros contra indios, y bajo ese predicamento guerrero lo más débil y apetecido siempre será la mujer.
La película, y esta es su mayor virtud, asume el primer mandamiento del cine clásico estadounidense: contar una historia. Y hacerlo bien y con talento narrativo, porque hay un discurso, pero no es discursiva; hay mensajes, pero están entre medio y no estorban la historia; aparece el enorme pasado de la cultura indígena y su larga derrota, pero el contexto se mantiene en el mural y no interrumpe lo que en concreto se cuenta, aquí y ahora, y en poco más de hora y media: un caso criminal y la búsqueda de los asesinos.
En ese frío territorio en mitad de Wyoming cuesta encontrar a Dios y la ley es letra chica y mojada.
Lo que queda es Cory Lambert, un personaje parco, solitario y triste, por muy buenas razones. Es un hombre de un género cinematográfico fantasmal, es alguien que viene de los malos tiempos del Oeste salvaje, es lo único que hay: un cazador.
"Wind river". EE.UU.-Canadá- Reino Unido, 2017.
Director: Taylor Sheridan. Con: Jeremy Renner, Elizabeth Olsen, Graham Greene. 107 minutos. 14 años.