No es casualidad, creo, que cuando Ángel Guillermo Hoyos comenzó a citar a Ricardo Arjona en su discurso futbolístico algo se desbarajustara en la Universidad de Chile. Ya era difícil de tragar aquello de "la amalgama perfecta entre experiencia y juventud", cuando los azules perdieron completamente la cabeza en el primer cuarto de hora de un partido clave, demostrando una falta de madurez incomprensible para un equipo de tanto recorrido.
"Vamos aclarando el panorama", como diría el guatemalteco. La indefinición del técnico para proponer un equipo fijo a falta de dos partidos para el final habla no solo de las lesiones, búsquedas y ausencias ofensivas, sino de una carencia que jamás se calibró en la banca para este torneo: la de un conductor, que no pudo ser suplida con David Pizarro porque ingresa casi siempre cuando el partido ya está enrielado, a favor o en contra.
Las múltiples fórmulas ocupadas no han logrado el funcionamiento que, imaginamos, el cuerpo técnico pretendía, porque tras la goleada sufrida ante Colo Colo y los empates frente al Everton y O'Higgins, todo hacía suponer que Hoyos privilegiaría el armado defensivo que le permitió escalar en la tabla, pero que se desarmó de manera lamentable en la final de la Copa Chile y ante el Audax Italiano. La ingenuidad del planteamiento -teniendo sobrepoblación de volantes defensivos en el plantel- lo convirtió en un equipo permeable e impotente en ofensiva, al punto que terminará el semestre sin premios ni elogios, por más que el discurso del adiestrador insista en la adulación extrema, como Arjona cuando dice "Nada, nada, nada es como tú/ ni la luna llena, ni el atardecer/ nada es tan perfecto como tú/ nada ha sido nunca como tú".
¿Hay margen aún para la U después del agónico e infartante triunfo de Colo Colo en Viña? Yo diría que, sin la pareja de centrales titulares y nadando como es costumbre en la incertidumbre del mediocampo, a los azules solo les cabe esperar el milagro redentor de la mano de Pinilla, que ha resultado ser la pieza en torno a la cual giró la estrategia del semestre, olvidando todas las lecciones que dejó el título que defienden, construido sobre un ordenamiento táctico a toda prueba para aprovechar las virtudes de Mora, un privilegio del que Pinilla no dispuso en este torneo.
El peculiar e inédito estilo del entrenador -que tanto elogios cosechó- en el éxito llegó a un punto de inflexión en este semestre, porque ahora debe explicar algo complicado. Cito al trovador nuevamente: "Qué fácil fue tocar el cielo la primera vez/ Cuando el amor fue el motor de arranque/ Que encendió la luz que hoy desaparece".