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Cartas
Sábado 25 de noviembre de 2017
¿Profundizar la gratuidad?
Señor Director:
El ex Presidente Sebastián Piñera ha acogido en principio la idea del senador Manuel José Ossandón de profundizar la gratuidad en la educación superior. Desde el punto de vista económico, poco justifica este camino, toda vez que necesariamente implica un sacrificio de alternativas socialmente más rentables, incluyendo mayores aportes a los jóvenes más vulnerables, hoy beneficiarios de gratuidad, para su alimentación y transporte. Sin embargo, los discursos post primera vuelta han dado paso a una propuesta que, aunque bien intencionada e intuitiva, es especialmente dañina para la educación técnico-profesional. Esta es, profundizar la gratuidad en el sector técnico-profesional.
Hay dos razones que parecerían justificar una discriminación positiva, ninguna de ellas válida. La primera, que el sector técnico-profesional, en su generalidad, provee de oportunidades invisibles para los jóvenes y que privilegiándola, estos la escogerían. Cabe remarcar con preocupación que en el sector técnico-profesional hay instituciones de excelencia, carreras notables y otras que simplemente no merecen privilegio alguno y que, por el contrario, deberían ser cuestionadas en la base (e.g., instituciones que retienen a menos del 50% de sus alumnos el primer año). Además, la evidencia reciente muestra que los jóvenes tienen en general preferencias por universidades de excelencia, pero que en la disyuntiva educación técnico-profesional o universidad masiva, la decisión viene marcada por la calidad de la institución y el financiamiento que suele privilegiar la opción universitaria.
La segunda razón es que el sector técnico-profesional concentraría a alumnos especialmente vulnerables. Ello es cierto, pero no merece una política de privilegio vía institución. Un alumno vulnerable (ya estamos hablando de los deciles 6 hacia arriba) que prefiere estudiar en una universidad no debe encaminársele a una institución técnico-profesional. Ello es clasista y le coloca al sector el rótulo de "educación para los pobres" y no "para el futuro de Chile", que es donde debiera estar el énfasis. Es decir, una medida así repercutirá en una concentración de alumnos más vulnerables y posiblemente en un golpe de gracia a un sector que ha venido validándose por sus méritos y que lo único que requiere para consolidar esta validación es que se deje de discriminar en contra a sus alumnos con el financiamiento y que, por el contrario, los esfuerzos se centren en aumentar las exigencia de calidad.
Ricardo Paredes
Duoc UC