Una de las películas más débiles del gran Sidney Lumet fue "Asesinato en el Expreso de Oriente" (1974), precisamente, que además se agravó por la actuación afectada, ladeada y exagerada de Albert Finney como Hércules Poirot.
La estructura de las novelas de la famosa Agatha Christie -crimen, interrogatorio de sospechosos y un final donde el detective belga los reúne, luce sus células grises y descubre al asesino- se ha replicado en el cine de manera calcada y el género se sostiene sobre esa mecánica dura, anquilosada y aburrida.
"Asesinato en el Expreso de Oriente" de Kenneth Branagh asume la costumbre, los códigos, no discute la manera de llevar al cine una historia de Poirot y lo hace como siempre: de manera burocrática y fiscal.
La nueva película reproduce los escalones y la puesta en escena de lo que hizo Lumet y también las versiones de Peter Ustinov como Poirot en "Muerte en el Nilo" (1978), "El diablo bajo el sol" (1982) o "Cita con la muerte" (1988).
Desde luego preocupación por el vestuario, ambientes y detalles de una producción pulcra y limpia a fuerza de cloro, maquillaje, tinturas, polvos y detergentes.
Al mismo tiempo las imágenes son planas y la imaginación visual, que es pobre y modesta, se contenta con montañas nevadas, puentes sobre acantilados y un tren a toda velocidad, que ahora, como se sabe, se soluciona digitalmente.
En la película está la locomotora, es decir, la rutina de filmar de manera habitual, tópica y poco inspirada.
Y los vagones encadenados: sobreabundancia de diálogos, eternos planos y contra planos de interrogatorios y la cartera de sospechosos interpretados por estrellas del cine.
En este caso y entre otros participantes, figuran una noble rusa, una fanática religiosa, la mujer madura y de mundo, un profesor nazi, el millonario inescrupuloso o el mayordomo, naturalmente, que en este caso son interpretados por Judi Dench, Penélope Cruz, Michelle Pfeiffer, Willem Dafoe, Johnny Depp y Derek Jacobi.
Como extra y como puesta al día, un par de guiños sobre la raza y color de algunos personajes -latinos y afroamericanos- que permiten un par de chistes contra la era Trump.
Kenneth Branagh es un Poirot meticuloso y pulcro, pero no tan egocéntrico, teatral y tampoco un narcisista cabeza de huevo. Es alguien más humano, sentimental y hasta cariñoso, que podría convertirse en un tío Hércules. Y eso no necesariamente es bueno, porque el personaje se despoja de sus rasgos más notables, insoportables y arrogantes.
La nueva versión se encarrila por la vía mecánica de las películas anteriores, no intenta nada novedoso y los riesgos, que son mínimos, están controlados.
"Asesinato en el Expreso de Oriente", de Kenneth Branagh, es una película que termina y de inmediato se oxida.
"Murder in the Orient Express". EE.UU.- Malta, 2017. Director: Kenneth Branagh. Con: Kenneth Branagh, Johnny Depp, Michelle Pfeiffer. 114 minutos. TE+7.