Paolo (Luigi Lo Cascio) es un cirujano de niños. Su hermano mayor Massimo (Alessandro Gassman) es un abogado. Esta película sugiere que hay algo incompatible en esos oficios, un fuerte desequilibrio ético que hace que los hermanos no puedan entenderse: uno defiende a los delincuentes, mientras el otro salva las vidas de sus víctimas. Es una manera extremadamente maniquea de ver las cosas, razón por la cual el film también sugiere que la incompatibilidad entre ambos es más profunda y hunde sus raíces quizá en la infancia.
En todo caso, la incompatibilidad profunda no les impide a estos hermanos cenar una vez al mes con sus esposas y aceptar de buen grado que el hijo de uno y la hija del otro sean amigos intensos. El hijo de Paolo y Clara (Giovanna Mezzogiorno) se ha aficionado a las películas ultraviolentas que transmite un canal de internet, prolongación extrema de la mayor estupidez jamás producida por la televisión, la serie Jackass. La hija de Massimo y Sofia (Barbora Bobulova) sigue con entusiasmo ese hobby.
Estos dos adolescentes son lo que se podría llamar el eje descentrado de la historia: el elemento que hace moverse al relato, pero que funciona como pretexto para que se desarrolle la trama principal. Los adolescentes, como es fácil imaginar, se involucran en un hecho de violencia, lo que gatilla la reactivación de la discusión ética inicial entre los hermanos, ahora ampliada a los matrimonios.
Hay bastantes similitudes entre Carnage, la película que confronta a dos parejas por un caso de bullying, aunque el sarcasmo y la violencia interior de Roman Polanski no pueden ser imitados por cualquier cineasta. Carnage era la adaptación de una obra teatral de la francesa Yasmina Reza. Nuestros hijos parte de una exitosa novela del holandés Herman Koch que ya ha sido adaptada para otras dos películas, lo que muestra el atractivo de su planteamiento.
Pero son curiosas las premisas con que trabaja la historia. A partir de la insufrible idea de que "no-sabemos-lo-que-hacen-nuestros-hijos", una aprensión entre protectora y controladora, la historia deriva hacia una confrontación moral de alcances muy amplios, que abarca muchas de las dimensiones de la vida en sociedad, empezando por los bienes mínimos que ella debe proteger.
Esta película no las alcanza a divisar, porque Ivano de Matteo no es un buen cineasta, tiene poca imaginación visual y no es capaz de cargar sus imágenes con ideas más densas. Le queda, eso sí, esa virtud milagrosa que el dios del cine les regaló a los italianos: el manejo del espacio. Claro que muchas veces esto no alcanza para hacer buenas películas.
I nostri ragazzi.
Dirección:
Ivano de Matteo.
Con: Alessandro Gassman, Luigi lo Cascio, Barbora Bobulova, Giovanna Mezzogiorno, Rosabell Laurenti Sellers, Jacopo
Olmo Antinori.
92 minutos