La última cinta de Noah Baumbach (1969) se estrenó directamente a Netflix hace una semana. "The Meyerowitz Stories (New and Selected)" (2017) es, de hecho, una de las películas que compitieron por la Palma de Oro en la última versión de Cannes y llevó al festival a vetar, en el futuro, aquellas cintas que no dispongan un estreno comercial en cines.
Así como no es lo mismo componer música para ser tocada en una catedral gótica que para ser tocada en un estadio de fútbol, tampoco será igual hacer películas para la pantalla grande o para una televisión de 40 pulgadas. Es un tema largo y nos desvía del punto.
O no tanto, porque "The Meyerowitz Stories" funciona muy bien en su soporte.
Baumbach lleva filmando con consistencia de 2005, cuando estrenó "The squid and the whale". Desde entonces ha dirigido otros siete largometrajes (entre ellos, un documental sobre Brian de Palma). Su mundo involucra gente blanca, del este de Estados Unidos, no necesariamente rica, pero sí culta, cercana a la academia o a las artes y, en consecuencia, más pobre que su círculo social o, quizás, más pobre de lo que le gustaría ser. Sus personajes suelen ser aún muy jóvenes para calificar como fracasados, pero temen al fracaso, sienten que caminan derecho a él, tanto en lo económico como afectivo, con neurosis que los tiene aislados o al borde del quiebre con sus cercanos. El típico héroe de Baumbach vive tan tenso entre sus heridas y sus afectos que al comienzo de la historia se encuentra totalmente inmovilizado. Serán los eventos de la historia los que contribuirán a destrabarlo. En ese sentido, Baumbach, si bien es un observador fino y un guionista con un gran oído y atención al detalle, es en el fondo un optimista y esto, quizás, les ha quitado algo de poder a sus historias, ya que suelen terminar bien sin que necesariamente lo merezcan.
En "The Meyerowitz Stories", Baumbach vuelve al universo de la familia, donde ha tenido grandes logros (pienso en "The squid" o en "Margot at the wedding", de 2007). Aquí el protagonista inmovilizado es Danny Meyerowitz (Adam Sandler), hijo del primer matrimonio de Harold (Dustin Hoffman), un escultor neoyorquino, retirado, resentido entre otras cosas porque nunca tuvo el éxito que -él pensaba- merecía. Danny, recién separado, sin trabajo, vuelve a vivir con su padre, que lo menosprecia porque tiene poco carácter, se dedicó a cuidar a su hija en lugar de trabajar y nunca tuvo éxito como músico. El éxito es clave aquí: Harold sí busca la atención de Matthew (Ben Stiller), hijo de su segundo matrimonio, que se dedicó a los negocios y triunfó. La madurez que está alcanzando Baumbach se ve en que dibuja sin prisa el mapa afectivo y de carencias de los personajes. Prefiere dejar espacio para que se muestren antes que apurar el desarrollo de los conflictos. Así, cuando estos aparecen, nadie se ve completamente monolítico en su conducta o aspiraciones. Baumbach roba, por cierto, de Salinger, John Cheever, Woody Allen y Wes Anderson (que también roba de los anteriores), de manera que todo el territorio se siente conocido, vagamente familiar. Sin embargo, roba bien. Los Meyerowitz se sienten como una familia particular, única, oprimida por los conflictos irresueltos del padre. "The Meyerowitz Stories" es, de alguna manera, una cinta sobre el daño que puede causar un padre que no ha zanjado sus resentimientos. De otra manera, es una cinta sobre la necesidad de los hijos de liberarse del padre.
The Meyerowitz Stories...
Dirigida por Noah Baumbach. Con Adam Sandler, Grace Van Patten, Dustin Hoffman, Emma Thompson, Ben Stiller.
En Netflix.