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Editorial
Viernes 13 de octubre de 2017
Propuesta educacional de Chile Vamos
Los planteamientos dados a conocer tienen la virtud de enfocarse en mejorías concretas en la sala de clases y alejarse del agobiante debate de cambios institucionales.
Alejándose del debate excesivamente centrado en transformaciones institucionales, que ha terminado por agobiar a las comunidades educativas del país, la propuesta educacional del candidato presidencial de Chile Vamos, Sebastián Piñera, tiene la virtud de focalizarse en la sala de clases.
Sin perjuicio de las legítimas razones para promover cambios institucionales, si ellos no enriquecen el núcleo pedagógico, esto es, la interacción entre directivos, docentes, estudiantes y familias, se restringen las posibilidades de elevar los aprendizajes y la equidad en el desempeño educativo. Pero, adicionalmente, hay serias dudas de que las transformaciones llevadas adelante por la actual administración vayan a impactar positivamente en ese núcleo.
En el planteamiento de Piñera hay un claro esfuerzo por apoyar esa interacción y un interés manifiesto en fortalecer la educación inicial, que indudablemente tiene un gran potencial para estimular cognitiva y socioemocionalmente a los niños de menos recursos. Para esos efectos se postula crear una subvención para niños de entre 2 y 4 años -en la actualidad existe solo a partir de prekínder-, lo que permitiría ampliar la insuficiente cobertura actual. Se acompaña esta medida con un sistema que asegure la calidad de la oferta y se complementa con una serie de iniciativas para asegurar mejor formación inicial de las educadoras de párvulos y mejoras en sus condiciones laborales.
Se flexibiliza el recientemente creado sistema de admisión, para permitir que los liceos emblemáticos puedan seleccionar por mérito académico, aunque se postula un complejo esquema por quintiles de ingreso, difícil de implementar y monitorear, y con riesgo de manipulación por las familias beneficiarias. Parecía más razonable promover el sistema original de admisiones de estos liceos. La propuesta también contempla que el 30 por ciento de los cupos de un plantel escolar quede liberado del sistema de admisión centralizado. Al aplicarlo en nuestro país, se olvidó que este proviene de naciones donde la educación subvencionada es solo estatal. En sistemas mixtos hay que dejar espacios para que las comunidades puedan expresarse a través de la educación. Tal como está diseñado actualmente el sistema, un colegio parroquial, por ejemplo, no puede asegurar que la hija del diácono quede matriculada en ese establecimiento, lo que no es razonable en un sistema que permite y valora la libertad de enseñanza.
La propuesta también flexibiliza la obligación de comprar los inmuebles que impuso la reforma del actual gobierno a los sostenedores que deben organizarse como personas jurídicas sin fines de lucro. Así, aquellos podrán quedar en la sociedad original y arrendarse a precios de mercado. Ello elimina una importante fuente de incertidumbre en la educación particular subvencionada. Hay una serie de iniciativas, como un apoyo especial a las 650 escuelas de menor desempeño y un fondo de innovación pedagógica que crea oportunidades de equidad y de mejora, que pueden ser valiosas, pero que requieren de una conducción apropiada que no se desarrolla en la propuesta.
Innovadoras son las iniciativas para aumentar la retención escolar y asegurar mayor diversidad e inclusión en los colegios, pero requieren de más precisión. Hay una apuesta muy fuerte por la educación técnico-profesional. Esta ha sido de alguna manera postergada en los distintos gobiernos, situación que afecta a un 40 por ciento de los estudiantes, precisamente los más vulnerables. Especialmente interesantes resultan la creación de una red de liceos tecnológicos de excelencia, el impulso de la formación dual y la posibilidad de que los estudiantes de tercero y cuarto medio de TP puedan formarse en CFT o IP acreditados.
En educación superior es discutible la insistencia en un ministerio de educación superior, ciencia y tecnología, como si los problemas que se presentan en este nivel pudiesen resolverse a través de esta vía. Con todo, es valiosa la propuesta de complementar el Fondecyt con un fondo similar para las humanidades y la creación artística. Por último, puede ser también un aporte -pero hay que evaluarlo cuidadosamente y analizarlo en conjunto con el programa de Becas Chile- extender el sistema solidario de créditos a los programas de posgrado.