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Domingo 20 de agosto de 2017
Muere Rudolf Hess
18 de agosto de 1987
Muere Rudolf Hess
"Quien fuera segundo en la jerarquía de la Alemania nazi de Adolfo Hitler falleció a los 93 años en la prisión militar de Spandau, Berlín Occidental. Cumplía cadena perpetua por crímenes de guerra", informaba "El Mercurio" el 18 de agosto de 1987.
Al día siguiente, un comunicado de las autoridades soviéticas, británicas, estadounidenses y francesas, que estaban a cargo de su custodia, consignaba que el recluso -el único alojado en el establecimiento- fue encontrado en un pequeño cobertizo del patio de la cárcel con un cable eléctrico alrededor del cuello.
Con su suicidio, finalizaba la reclusión de 41 años dictada en los juicios de Nüremberg, a causa de todas las decisiones que tomó en su cargo de ministro durante el régimen nazi: "Haber conspirado contra la paz mundial y planificado una guerra agresiva".
Antes estuvo en las celdas británicas, luego de un episodio memorable: el 10 de mayo de 1941, despegó desde Alemania en un bimotor Messerschmitt-1 y enfiló en la oscuridad de la noche hacia el Mar del Norte. Su objetivo era llegar a algún tipo de acuerdo de "paz" en la guerra con Inglaterra, antes de que Estados Unidos entrara a la pelea y previa a la invasión del ejército nazi a la Unión Soviética. Cuatro horas más tarde, el hábil piloto pasó rozando los campos escoceses. Evadió los bombarderos ingleses que lo seguían, y aterrizó su avión con la esperanza de contactar a oficiales británicos que fueran capaces de comprender la inteligencia de su plan. Al día siguiente, la BBC difundió la noticia de esta extraña escapada, y todo el mundo quedó atónito. Hitler dijo que su correligionario estaba loco, y Stalin comenzó a sospechar más aún de que el ataque a su país era inminente.
En el diario se leía que, años más tarde, el hijo de Hess había revelado que el propósito de su padre era tratar de convencer a los ingleses de que era insensato continuar peleando. Su propuesta era el reparto de los territorios entre Alemania y Gran Bretaña. Además, sostuvo que su progenitor había convenido con Hitler que, en caso de fracasar en su misión, se desentendería, tal como ocurrió.
Casi ciego al final de su vida, pasó la mayoría de sus días en su celda. La prensa alemana occidental publicaba normalmente fotografías de cuando caminaba por los jardines de la cárcel (en la imagen).
Lo cierto es que, tras la muerte del último prisionero de la Segunda Guerra Mundial, los otrora aliados acordaron destruir el antiguo edificio de Spandau para impedir que se transformara en lugar de reunión de simpatizantes nazis.