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Cartas
Viernes 04 de agosto de 2017
El tribunal patriarcal
Esta semana, mientras el Congreso revisaba los tres puntos pendientes del proyecto de despenalización del aborto en tres causales, la oposición presentaba casi en paralelo un recurso ante el Tribunal Constitucional por considerar que esta iniciativa vulneraba el derecho a la vida establecido en la Constitución.
Analizando los hechos desde una perspectiva feminista, podemos decir que el Tribunal Constitucional no solo opera como una tercera cámara -más política que constitucional- que neutraliza de facto las decisiones tomadas en la sala, sino que además es la representación más burda de una institución basada en las ideas que sustentan el machismo cotidiano.
En su sentido literal, patriarcado significa gobierno de los padres. Con la modernización de las sociedades, este tipo de gobierno -el de los padres- fue heredado por el Estado, el que, de acuerdo con estos dictados, estructura hasta el día de hoy sistemas de leyes y bases económicas que miran a las mujeres, los niños y los pobres como ciudadanos de segunda categoría. Así, se debe obedecer la voluntad de hombres "superiores" capaces de hacer leyes y gobernar en nombre de todos. Esta es la razón por la cual, aún en pleno siglo XXI, se continúa dando la lucha feminista que busca modificar estas leyes opresivas y asegurar derechos por igual.
La Constitución de Guzmán y Pinochet también adoptó este modelo patriarcal, con particular fuerza en la figura del Tribunal Constitucional. Este espacio de resolución, en última instancia, asegura que ningún gobierno o congreso apruebe leyes muy distintas de lo que la derecha esperaría, pero también lo hace según criterios "expertos" y a partir de dictámenes dudosamente representativos: actualmente lo componen solo dos mujeres frente a 8 hombres.
Lo grotesco de la situación radica en que este Tribunal opera básicamente como un padre estricto -de mano dura y castigo- cada vez que ve amenazada su forma de hacer las cosas: en este caso, a mujeres que opten voluntariamente por interrumpir un embarazo cuando está en riesgo su vida, cuando llevan un embarazo inviable o cuando el embarazo es producto de una violación.
Arbitrar los derechos de las mujeres en una instancia de origen y estructura profundamente patriarcal y machista, con miembros designados por cuoteo político y con una evidente disparidad de género, nos preocupa y nos indigna, pues con esto fracasa el diálogo, fracasa la democracia y fracasa el sentir de los chilenos y chilenas que por amplia mayoría apoyan este proyecto de ley.
Giorgio Jackson
Diputado Revolución Democrática
Natalia Castillo
Precandidata a diputada por Revolución Democrática