Más que del TAS, Chile debe preocuparse de Argentina. La agresiva campaña directiva de la asociación trasandina de fútbol no tiene precedentes cercanos. Desde que Claudio Tapia asumió la presidencia de la AFA, su prioridad fue restablecer el orden de un símbolo que venía en caída libre: la selección. La primera directriz pública fue desprenderse del entrenador Edgardo Bauza, y para conseguirlo no tuvo empacho en utilizar a alguien con prestigio que se prestara para el violento desbanque: nuestro conocido Jorge Sampaoli. Pero paralelamente operó con el mismo equipo de abogados que ayer defendió los intereses ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) para que la FIFA levantara a Lionel Messi la sanción de cuatro partidos que el mismo organismo le había impuesto por insultar a un árbitro, argumentando que "no encontró pruebas suficientes" para ratificar el castigo.
Tapia, un dirigente de un club de barrio que gracias a su cercanía con Mauricio Macri logró ascender en un ámbito directivo trasandino muy venido a menos desde que comenzó la decadencia de Julio Grondona, ha puesto como eje central de su gestión renovar el poderío de Argentina a nivel internacional, aun cuando desde el plano deportivo no esté ni cerca de pasar por su mejor momento tanto en su selección como en el ámbito del campeonato interno. Sabe que cuenta para eso con un elemento diferenciador, Messi, capaz de movilizar millones de dólares en auspicios no solo para la Albiceleste, sino que también para la tesorería de la FIFA. Y ese discurso, aseguran los medios argentinos, ha sido su caballito de batalla desde que asumió la presidencia.
Lamentablemente, Chile se ha cruzado en el camino de esta Argentina desesperada ante la eventual eliminación de Rusia 2018. Y aunque la optimista argumentación nacional de que el veredicto favorable de la FIFA en el "caso Cabrera" tiene un sustento jurídico incontrarrestable, la estrategia de Tapia y sus socios interesados (Ecuador, Colombia, Uruguay y Paraguay) apunta a un viejo anhelo de potenciar un tribunal independiente, que dirima las diferencias deportivas que la FIFA, por ser juez y parte, no podría zanjar entre sus socios o entre las federaciones afiliadas y los futbolistas asociados o corporaciones privadas, aprovechando esa suerte de "apertura" que se desprende de algunas declaraciones del titular, Gianni Infantino, luego de un pasado fallo del TAS que protegió los derechos de futbolistas menores de edad ante un recurso del Atlético de Madrid.
Vienen semanas de incertidumbre, que para peor tampoco terminarán si es que el TAS confirma el fallo de la FIFA. Porque de algo hay que estar plenamente convencidos: Argentina, y en especial su presidente, Claudio "Chiqui" Tapia, no van a perder esta disputa apelando al protocolo establecido.