Pensar que el contexto en que un filme se exhibe no afecta a la obra misma es pecar de ingenuo. Es posible que "The Salesman", la cinta iraní ganadora del Oscar 2017 a Mejor Película Extranjera, no habría generado ni la mitad del impacto mediático producido -y quizás ni siquiera hubiese obtenido la estatuilla- de no ser por la prohibición de ingreso que el gobierno de Trump impuso a los habitantes de siete países musulmanes, el 26 de enero pasado. La medida fue levantada poco después; pero, para entonces, los votantes de la Academia ya habían cambiado su decisión y premiaron al director Asghar Farhadi.
La situación tuvo un marcado tono político: era la coyuntura perfecta para repasar al recién inaugurado mandatario durante la transmisión televisiva de los premios; pero, en el marco de una temporada donde hasta la globalización se ha puesto bajo cuestionamiento, su alambicada premisa hace sentido: después de que su edificio colapsa por causa de una construcción vecina, Emad y Rana, un joven matrimonio de Teherán, consiguen alojamiento de emergencia en el departamento azotea de un colega del teatro. Apenas tienen tiempo para acomodarse: ambos preparan los roles principales de un montaje de "Death of a Salesman", de Arthur Miller, y por si fuera poco, él dirige la obra mientras trabaja a jornada completa como profesor en un colegio público.
Toda esta actividad frenética se frena de golpe cuando Rana es asaltada en su casa por un extraño que la ataca cuando está en la ducha, para luego huir dejando dinero, celular y hasta las llaves del auto. Enfrentado al trance de seguir haciendo clases, encarnar al legendario Willy Loman por las noches y a la vez tratar de descubrir al agresor de su mujer, Emad finalmente colapsa. Se va a negro. Impulsado por su instinto de supervivencia, poco menos que invierte los planos de la existencia: se mueve sobre el escenario como si éste fuera real, mientras comienza a buscar al culpable confiándose por entero a artilugios de la ficción.
De extensa formación teatral, Farhadi ha dicho que la idea matriz del filme lo acompañó por varios años y probó con diversas obras de Sartre e Ibsen antes de decidirse por la obra maestra de Miller. Pero, ¿por qué precisamente ésta y no otra? La total sensación de derrota, de repliegue del sueño americano, de aspiraciones, sueños y vidas privadas reducidas a cenizas, han hecho de "La muerte de un viajante" una pieza de repercusión global, pero sin duda que su argumento se presta a mejores y más pertinentes paralelos que los que ahogan a los protagonistas de Salesman. Se podría incluso acusar al realizador de forzar lecturas, exagerar, transgredir y faltar a la lógica -porque en su filme incurre en todo eso, y más-; sin embargo, lanzado en la recta final de su historia, todo ese esfuerzo remata en algo único: Farhadi consigue que el agobiado espíritu de Willy Loman se encarne frente a nuestros ojos. Explicar cómo y qué medios usa para conseguirlo supera los confines de estas líneas: equivale a contar el final de la película e intentar describir una suerte de milagro que es propio de la imagen, no de las palabras. Baste con decir que la potencia de ese instante es suficiente para justificar toda la empresa, y que "ver" a Willy -de carne y hueso ante ti- no es fácil. Simplemente, parte el corazón.
The Salesman
Dirección de Asghar Farhadi.
Con Shahab Hosseini y Taraneh Alidoosti.
Irán, 2016, 125 minutos.