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Editorial
Domingo 25 de junio de 2017
Sofofa cuestiona "tres mitos"
"La desigualdad de ingresos reinante ha motivado una revisión extremadamente crítica de la evolución del país durante las últimas tres décadas. La percepción de que la estrategia seguida habría fracasado en reducir las disparidades es el principal sustento de los planteamientos de los sectores de izquierda..."
En un encuentro empresarial efectuado en la Región de O'Higgins, el nuevo presidente del gremio industrial, Bernardo Larraín, apuntó al corazón del debate económico y político de los últimos años al sostener que, durante la última semana, se habrían derribado "tres mitos que algunos han presentado como verdades absolutas".
Los tres mitos aludidos son: primero, que en Chile la alta desigualdad se ha mantenido inalterada por largos años; segundo, que, por tanto, el crecimiento económico y un gasto social focalizado han sido incapaces de aminorar esa lacra; y, tercero, que con una mayor carga tributaria sobre las empresas -como la que impuso la reforma tributaria del 2014-, el Estado contaría con recursos adicionales para abordar el desafío.
La desigualdad de ingresos reinante ha motivado una revisión extremadamente crítica de la evolución del país durante las últimas tres décadas. La percepción de que la estrategia seguida habría fracasado en reducir las disparidades es el principal sustento de los planteamientos de los sectores de izquierda, como el programa de la Nueva Mayoría o las propuestas del Frente Amplio. Pero el PNUD -entidad que ha difundido sistemáticamente esa visión crítica- en reciente informe revela que, pese a mantenerse aún en niveles elevados, todos los indicadores habituales de desigualdad de ingresos han experimentado una mejoría entre el 2000 y el 2015. El punto ha sido recogido también por Eduardo Engel, conocido economista de izquierda, quien ha destacado que en los últimos quince años no solo la incidencia de la pobreza, que es la manifestación más aguda de la desigualdad, ha pasado desde 36 a 12%, sino que el coeficiente de Gini y otros indicadores de desigualdad relativa también han mejorado sostenidamente.
Por supuesto, podría argumentarse que la velocidad de los avances logrados es insuficiente y que un Estado con más recursos y atribuciones podría hacer más. Ello es lo que llevó al Gobierno a elevar los impuestos. Allí es donde aparece el tercer mito al que alude Larraín: pese al aumento en la tasa de impuestos a las empresas introducido por la reforma tributaria (desde el 2013 viene subiendo progresivamente todos los años hasta alcanzar 27% en 2018), la recaudación ha subido mucho menos. Todavía más, en la "operación renta" del presente año, la recaudación de los impuestos empresariales cayó en 0,8% real respecto de 2016, pese a haberse incrementado la correspondiente tasa tributaria desde 22,5% a 24%. Múltiples factores inciden en ese resultado, pero sin duda uno de ellos es el menor ritmo de actividad económica que, de acuerdo con los expertos, ha traído consigo la propia reforma tributaria. No solo el diagnóstico de la supuestamente inalterada desigualdad es cuestionable, sino también el remedio -más impuestos sobre las empresas- parecería ser contraindicado. El nuevo presidente de la Sofofa ha puesto sobre el tapete un tema de gran relevancia política y económica.