El cuerpo de Frantz Hoffmeister descansa en el cementerio de Quedlinburg, un pueblo alemán a casi mil kilómetros de París.
Es 1919 y el joven murió en las trincheras, aunque lo que está en la tumba, en realidad, es él y no es él.
Sus restos yacen quién sabe dónde, por fosas comunes y francesas, pero en la ciudad natal está su sepultura y las personas que más lo quieren: su fiel novia Anna (Paula Beer), y sus padres desconsolados, el médico Hans Hoffmeister (Ernst Stotzner) y Magda (Marie Gruber).
Un día cualquiera otro hombre llega a la tumba y coloca flores, está triste y hasta desolado, porque tiene una historia y necesita compartirla, pero nada es fácil, porque Adrien Rivoire (Pierre Niney) es francés y hasta noviembre de 1918 fue un mortal enemigo, y recién en 1919, con el Tratado de Versalles, se firmó la paz en los papeles, pero en los hechos se mantiene el odio y la desconfianza que dejan las guerras.
Pierre viene a contar la verdadera historia de Frantz, su vida y muerte, un relato que no es para cualquiera, sino para esas tres personas esenciales: su novia y sus padres. Desea compartir su cariño y amistad, porque lo conoció en París, recorrieron el Museo del Louvre y contemplaron tantas veces una pintura de Manet, la de un joven tumbado de espaldas sobre una cama desordenada. Una pintura que años más tarde y frente a Anna, descubrirá su nombre. Pierre es fino, delicado y, tal como Frantz, toca el violín. Anna, poco a poco, confía en el francés y hasta lo puede acompañar con el piano en alguna canción. Los Hoffmeister, el doctor y su esposa, por fin, recuperan la paz y hasta pueden ofrecer lo más difícil: el perdón.
Ernst Lubitsch filmó esta historia en 1932 y "Remordimiento" se estrenó sobre las cenizas de la Gran Guerra, cuando aún no se vislumbraba la Segunda Guerra y en ese entonces el mundo parecía tener otro destino.
François Ozon realiza un remake en 2016 y amplifica la historia, extiende la tragedia y ramifica sus consecuencias, con eso que es tan propio de su cine: sentimientos inciertos, prejuicios engañosos y revelaciones inesperadas, porque cada persona es un cuento que encierra otro cuento.
Ya no es una guerra, son todas ellas. No es Frantz solamente, son las personas desconocidas. Y también los engranajes de la patria y sus canciones heroicas.
Con la historia de Frantz, Anna y Pierre, sucede lo mismo que con la gran historia de los países: es difícil y doloroso escucharla, pero también contarla. Así es la vida y así son los sentimientos. A veces a un lado y en ocasiones al otro.
La memoria se construye con perdón y olvido, pero sobre todo con mentiras.
Doloroso, pero inevitable, y lo que es bueno para un gran país, también lo es para una historia de amor.
El único refugio o la única verdad, finalmente, están en el arte y la contemplación: en la música de un violín o en el Louvre frente a un cuadro de Manet.
"Frantz". Francia-Alemania. 2016.
Director: Francois Ozon.
Con: Paula Beer, Pierre Niney, Ernst Stotzner.
113 minutos. T.E. +7.