En medio de la actual guerra entre estudios por exhibir sus nuevas franquicias, la presente edición del Festival de Cannes y los constantes anuncios de nuevas series de TV, cuesta creer que el gran evento fílmico de estos días esté centrado en el revival de algo que importó hace 25 años, pero cuyo regreso triunfal está solo a unas horas de distancia: esta noche, la señal Showtime estrena los capítulos 1 y 2 de la tercera temporada de "Twin Peaks", con toda una comunidad audiovisual pendiente del evento; no solo porque se trata de la continuación de una producción que redefinió el medio televisivo, sino porque se trata del primer trabajo audiovisual de su creador, David Lynch, en más de una década. Para estos efectos, no importa mucho si el producto cumple o no: la expectación es enorme.
Por lo mismo, en las últimas semanas han sido muchos los que han desempolvado sus DVD o han rastreado por la web los viejos episodios de la serie, a manera de preparación de lo que se viene. El propio director no resistió la tentación de dar algunas pistas y señaló a los fans que era clave volver a mirar "Twin Peaks: fire walk with me", el largometraje que estrenó en 1992 y, que en vez de atar los cabos sueltos dejados por el show televisivo, complicaba incluso más el misterio en torno a esa pequeña y ficticia comunidad situada en lo profundo de los bosques del estado de Washington.
¿Vale la pena hacerle caso a Lynch, o se trata de otra distracción, otra pista falsa? En lo nominal, la película -rodada con un presupuesto mínimo y poco después de la cancelación del programa- da cuenta de la última semana de vida de la estudiante Laura Palmer (cuyo cadáver, descubierto al borde del río, gatilla la serie de TV), historia que va precedida por un largo prólogo, donde se investiga un crimen similar, el de Teresa Banks, ocurrido un año antes. Pero dejarlo ahí, equivale a pura descripción: en su libro de entrevistas con Chris Rodley, el realizador confiesa abiertamente que su motivación para filmar el proyecto era contemplar a Laura, una de las muertas más notorias de la historia del cine, en acción y movimiento. Verla en vida.
Sin embargo, el retrato que Lynch compone de su musa es -por decir lo menos- alucinado: encarnada por la actriz Sheryl Lee, Palmer no es la clásica candidata a reina colegial, sino más bien el resultado de un combate entre emociones extremas y estados de conciencia alterados. El filme sugiere, incluso, la posibilidad de Palmer como una víctima de abuso intrafamiliar, pero la reacción que ello provoca en el espectador es rápidamente sobrepasada por luces y oscuridades aún más dramáticas, como si la naturaleza de nuestra protagonista fuese inestabilidad pura; un personaje creado a punta de pinceladas finísimas a la vez que violentos brochazos.
Se trata de un proceso que el director fue refinando progresivamente con personajes de filmes posteriores como "Carretera perdida" (1996) y "Mullholland Dr." (2001), hasta llegar al total paroxismo de "Inland Empire" (2006), cuyas fragmentadas secuencias transmitían esa rara combinación de vaguedad y precisión que Lynch ha conseguido volcar en sus óleos y el resto de su obra pictórica.
"Fire walk with e" es la cinta que marca el inicio de ese camino de simplificación y sofisticación; pero, en lo que al mito de "Twin Peaks" respecta, su rol actual puede ser otro: advertirle a la audiencia que el Lynch que dio forma a esas enrevesadas historias en el albur de los 90 hoy es una persona muy diferente. Quizás tan aéreo y esotérico como el artista de antaño, pero en versión aun más sintética, exacta y brutal.
Twin Peaks. Fire walk with me
Escrita y dirigida por David Lynch.
Estados Unidos / Francia, 1992.