Ridley Scott, un hombre de casi 80 años, se está despidiendo del cine con tiempo, tranquilidad y ordenando las piezas.
Una de sus películas cumbre, "Alien" (1979), tuvo secuelas dirigidas por James Cameron y David Fincher, nada menos: "Aliens: el regreso" (1986) y "Aliens 3" (1992). Después, otras tres películas, donde solo una mereció respeto, "Alien resurrección" (1997), pero lo de "Alien versus Depredador" (2004) y su continuación del 2008, fueron más bien pasatiempos baratos.
Scott con "Prometeo" (2012) y ahora con "Alien: Covenant", quiere dejar establecido que lo que partió en 1979 tenía densidad intelectual, espiritual, carga simbólica e incluso podía ser una metáfora de la creación.
Para un director con ambición y autoconciencia de su trayectoria, que la criatura de Alien termine como videojuego es una afrenta y una herejía.
Por todo esto, la actual película, como antes "Prometeo" y la que se anuncia para el cierre de la trilogía, siempre y cuando Scott se mantenga con fuerza y salud.
"Alien: Covenant", por lo tanto, asume la suerte del eslabón intermedio que debe explicar mejor lo que ya hubo y lo que vendrá, porque son precuelas de la primera película, la de 1979, y por lo tanto se relatan sucesos previos y es el comienzo de la criatura xenomorfa.
Esta es una historia de colonización y descubrimiento, donde es útil recordar que Scott filmó "1492: la conquista del paraíso" (1992), con el viaje de Colón; "Gladiador" (2000) y la caída del imperio romano; "Éxodo: dioses y reyes" (2014), con la misión y milagros de Moisés.
Alguna lograda y otras fallidas, pero películas que revelan una intención enorme. Y aquí ocurre algo parecido.
La nave Covenant y 15 tripulantes en hibernación navega a cargo del androide Walter (Michael Fassbender), con una carga de miles de embriones humanos y con destino a Origae 6, un planeta como la Tierra.
Debido a una explosión estelar, después de reparar daños y ya con la tripulación despierta, la nave recibe una señal de un planeta cercano y deben elegir.
El viaje a Origae 6 es de siete años. Investigar la señal del planeta desconocido no es más que unas cuantas semanas.
Eligen mal, pero de eso se trata, y así es como parten tantas aventuras.
Interrumpida, en este caso, por un androide predicador con actitud de Jedi, discurso florido y presencia adánica. En otras palabras: un pesado.
Y las escenas de acción, más que la novedad, reproducen lo que está en la cultura popular y fue enseñado en otras películas: nacimiento de un Alien, manual para cerrar compuertas y huir por los pasillos, o bien formas de atraparlo con rejas, retroexcavadoras y grúas.
En el fondo subyace la ambición testamentaria de un viejo director que no se conforma con dejar una criatura extraterrestre, sino que quiere legar una génesis y una mitología.
Alguien podría decir: es como mucho.
Ese es justamente el cine de Ridley Scott.
"Alien: Covenant". EE.UU.- Australia - Gran Bretaña, 2017. Director: Ridley Scott. Con: Michael Fassbender, Katherine Waterston, Billy Crudup. 122 minutos. Todo Espectador +7.