Señor Director:
En la última edición de la
revista Sábado de "El Mercurio", Rodrigo Tupper sale en defensa del sacerdote Cristián Precht, condenado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, "por conductas abusivas con mayores y menores de edad" (en plural).
Tupper dice que Precht solo cometió pecado ("quién está libre de eso...", se pregunta), pero señala que ello no sería comparable con la conducta del sacerdote Fernando Karadima, quien sí cometió abuso. Para Tupper, Precht solo sería un pecador imprudente.
Es bueno aclararle al ex sacerdote que la descripción técnica de abuso sexual se refiere a una relación asimétrica de sometimiento en beneficio propio y sin el consentimiento de la víctima. Constituye un agravante ante la ley si esa relación impropia es ejercida por un abusador que goza del poder que le otorga su cargo o rol social (un médico, un profesor o un sacerdote, por nombrar tres ejemplos).
Ciertamente, los modos de ejercer el abuso sexual son diversos y varían de acuerdo con las circunstancias y la personalidad del abusador. Sin embargo, no por tener procedimientos diferentes podemos afirmar que algunos son "abusos" y otros son meros "actos imprudentes".
Mientras fui rector del Colegio Notre Dame (establecimiento educacional que pertenece al Arzobispado de Santiago) recibí el testimonio de un apoderado, que llegó a mi oficina a compartir su experiencia de abuso cuando cursaba segundo año medio en el Colegio Seminario Menor de Santiago.
A los 15 años de edad había sido víctima de abuso sexual. Vivió una experiencia indeseada, reiterada y traumática, que lo marcó por el resto de su vida. El adulto abusador era el sacerdote Cristián Precht Bañados. Dicho testimonio fue debidamente informado por mí al arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati. Carta fechada el 21 de junio de 2011.
Más tarde vendría la respectiva investigación que inició el sacerdote jesuita Marcelo Gidi y que concluyó con una recopilación de más de 20 casos denunciados de abuso sexual. Ese expediente obligó al arzobispo de Santiago a remitir los antecedentes a la Santa Sede.
El sacerdote Cristián Precht Bañados fue condenado en El Vaticano y su pena quedó en manos del arzobispo de Santiago: cinco años de suspensión del ejercicio sacerdotal.
Que el lector juzgue. Los hechos están a la vista. La dignidad y el respeto que se merecen las víctimas de abuso sexual nos obliga a decir la verdad. Por el contrario, describir los hechos con eufemismos no contribuye a evitar que estos se vuelvan a repetir en el futuro.
Juan Ignacio Canales de la Jara
Ex rector Colegio Notre Dame