La mayor urgencia de Colo Colo hoy es Aníbal Mosa. Desde que se convirtió en el mayor accionista de ByN ha sido, por cierto, una interrogante. Pero desde que asumió la presidencia en 2015 su gestión pública nunca ha dejado de estar en permanente cuestionamiento, la mayoría de las veces no tanto por las consecuencias de sus decisiones como por el estilo incorregible de cómo las ha transmitido.
Tiene Mosa una tendencia a hablar sin pensar, rasgo que la prensa deportiva explota que da gusto, más aún si se trata del presidente del club popular. Nadie puede afirmar con exactitud si lo que dice verdaderamente es producto de un proceso analítico-racional o si es más bien el resultado de un inocultable deseo de ser querido y reconocido por una hinchada que no le quiere ni reconoce, pues nunca lo ha aceptado por su origen adinerado y su falta de raigambre alba.
Aunque se ha autocalificado como el colocolino más colocolino, tampoco su conducta garantiza que el mayor beneficiado con su gestión sea Colo Colo. Es real que desde que se instauraron las sociedades anónimas deportivas la defensa de los intereses de los clubes se confunde con la de los propietarios, a tal grado que una acción podría ser contrapuesta a la otra, sin embargo en la institución popular la presencia de Mosa al mando ha hecho que después de cada anuncio relevante, desde las contrataciones de técnicos, funcionarios y jugadores hasta el diseño de políticas deportivas, quede una sensación de que el resto del directorio solo es un simple ente observante y que el pueblo albo es un mero testigo.
Mosa es la representación del rasgo presidencialista que justamente las SAD desterrarían una vez instaladas. El anuncio de renovación de Pablo Guede hasta el 2020, y más oblicuamente la pública negativa de vender sus acciones ante unos oferentes internacionales por ahora desconocidos, se enmarcan dentro de la lógica del actual timonel, que en su mente está seguro de que opera desde el servicio y el altruismo y no por afanes de la rentabilidad personal.
El problema (y la urgencia) es que el estilo Mosa FC parece que terminó de aburrir a un directorio cansado de tanta locuaz generosidad, aun cuando sea el momento más inoportuno deportivamente. La enrevesada situación dirigencial ha llegado a tal estado de incertidumbre con este presidente lleno de planes propios y para sus protegidos, que no sería extraño que este jueves se empiece a sellar lo que para un sector de hinchas es un anhelo: el ostracismo para quien tanto quiere a Colo Colo, pero nunca, nunca tanto, como a sí mismo.