En estos tiempos, la física parece haberse coronado como la ciencia por antonomasia. Sin duda, las ideas y descubrimientos de Newton y de Einstein cambiaron radicalmente la manera de ver el mundo y el universo. ¿Tiene Alexander von Humboldt, el naturalista alemán que visitó Latinoamérica, México y Estados Unidos a comienzos del siglo XIX, y muchos otros lugares antes y después, un sitial tan destacado como los nombrados recién? Esa puede ser la pregunta que guía esta biografía, o ensayo biográfico, que da cuenta de cómo la curiosidad y la diversidad de áreas de interés de Humboldt, así como su pasión por los viajes, la recolección de especies y la realización de mediciones, influyó también, y decisivamente, según la autora, en la forma en que entendemos la naturaleza. Lo que ocurre, agrega, es que esas ideas están tan incorporadas que nadie se preocupa de seguir la pista de su nacimiento.
Hay casos en que Humboldt se limitó a precisar cuestiones conocidas por los habitantes del lugar. Por ejemplo, trazó de manera exacta el curso del Casiquiare, río que, como sabían los pocos que residían en las zonas selváticas donde hoy está la frontera entre Venezuela y Colombia, une las mayores cuencas fluviales de América del Sur, la del Orinoco y la del Amazonas. También midió la velocidad y la temperatura de la corriente marina que lleva su nombre, cosa que le pareció excesiva, porque su existencia ya era largamente conocida. En otros, sin embargo, su aporte fue mucho más original e importante. Se lo considera el padre del ecologismo, porque fue el primero en entender que la deforestación influía en los patrones climáticos. "La región boscosa contribuye de tres formas a bajar la temperatura: con su sombra refrescante, con la evaporación y con la radiación". Hoy parece evidente, pero todas las doctrinas en boga en su tiempo sostenían que la naturaleza estaba allí para que los seres humanos ejercieran su dominio sobre ella. También fue el primero en entender la naturaleza como un enorme sistema interconectado. Cuando escaló el volcán Cotopaxi, en Ecuador, tuvo por primera vez claro algo que venía asomándose en sus intuiciones: la naturaleza como un tapiz donde todo está relacionado. "La naturaleza es una totalidad viva", escribió, y no una suma de categorías bien delimitadas entre sí, como se entendía hasta entonces. El libro, una investigación tan acuciosa como amena, sigue todo el apasionante recorrido intelectual, vital y geográfico de Humboldt, reivindicando una figura que se merece largamente el homenaje.
Andrea Wulf.
Taurus,Barcelona, 2016.
580 páginas.